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6/9/09

La Señora y la Mucama


Hola gente linda, soy Rodolfo, tengo 49 años, les quiero contar algunas de mis experiencias, y de paso ver si puedo repetirlas. Por lo cual les pido que al pie de esta publiquen mi dirección de correo electrónico. Esto me pasó ya hace 10 años, cuando yo tenía 39.
Soy productor de seguros desde hace más de 15 años, vivo y trabajo en La Plata, aunque también tengo clientes en otras localidades por lo cual viajo bastante. A fines de l999 por mi oficina apareció un señor de unos 60 años, de evidente muy buen nivel económico y cultural, a contratar un seguro para su automóvil recién sacado del concesionario, después de efectuada la operación me comentó que le interesaba contratar un seguro para su vivienda, pero que para eso vendría en otro momento o mandaría a su esposa porque ahora estaba apurado.
A los 3 días se presentó una señora muy elegante de buen cuerpo, pelirroja, que no aparentaba mas de 45 años, después supe que eran 53, quien se dijo ser la esposa de quien había asegurado tres días atrás el vehículo 0 km., venía para consultar por el seguro para su casa.
Luego de explicarle un rato todo lo concerniente al seguro, y de charlar sobre temas varios, al preguntar sobre la valuación de su vivienda y contenido me contestó que no tenía mucha idea de valores y me propuso que vaya a su domicilio para que yo calcule de acuerdo a mi experiencia en el tema; combinamos para ese mismo día después de las 15,30 hs.
A esa hora me encontré tocando el timbre en una hermosa casa de una costosa zona residencial, con mucho parque y con pileta, como era de suponer. Me atendió la mucama, una morocha con uniforme rosa que apenas podía contener sus formas muy generosas, por su acento deduje que era de una provincia, luego me enteré que de San Juan, me dijo que pasara que la señora me estaba esperando en la parte trasera de la casa. Pasamos por varios ambientes amplios y muy bien amoblados, y mientras yo sacaba cuentas mentalmente calculando valores para presupuestar el seguro llegamos a la parte trasera donde se encontraba la pileta. Me hizo sentar en un sillón de mimbre y me ofreció un refresco que acepté. Cuando la mucama se retiró apareció la señora desde los vestuarios que estaban a un costado, en ese momento olvidé la cuenta que estaba sacando, estaba con una salida de baño celeste que llevaba abierta, por su malla negra mojada y por su cabello rojizo también mojado se evidenciaba que recién había salido del agua. Perdí el aliento junto con el habla y apenas pude balbucear un saludo, no podía sacar la vista de ese cuerpo maduro pero espléndido por donde lo mirara, piel blanquísima, piernas largas perfectas, caderas que eran una invitación al contoneo, buena cintura, y hablar de su busto sería inútil porque nunca haría justicia al describirlo, era una diosa madura y sensual como no he visto otra, quizás con algún kilo de más, sin llegar a ser rellenita, como a mí me gustan. Emanaba sensualidad y simpatía, combinación explosiva para mis exaltados ratones. Empezamos conversando sobre el calor que estaba comenzando a instalarse aunque todavía no era verano, y entre otros temas me contó que tenía 2 hijas, mellizas de 24 años, ambas profesionales que vivían en Miami, donde su esposo, ejecutivo de una empresa multinacional, había trabajado durante cinco años, antes que lo trasladaran a la Argentina desde hacía casi un año. Luego fuimos al tema específico, en este caso el seguro de la vivienda.
Al rato estábamos dentro de la casa, anotador en mano, calculando valores en distintos ambientes cuando llegamos al dormitorio principal, en suite, se presentó la mucama, Clarita se llamaba, vestida con una remera de colores y una mini roja, que dejaba ver buena parte de sus muslos regordetes y tentadores, subida a unos tacos que estilizaban un poco su generosa figura.
- Señora me retiro, - le dijo a Virginia - luego del médico me voy ha hacer unas compras, vuelvo temprano.
- No te preocupes por la cena Clarita, acuérdate que hoy es Jueves y mi marido tiene la cena semanal en la Empresa, yo me preparo algo livianito, aprovecha para pasear y distraerte un poco - contestó Virginia.
Cuando se retiraba no pude evitar mirarle las piernas, y el trasero espectacular, al volver la vista Virginia se sonreía por mi expresión, por lo cual para escapar un poco a la situación comenté:
- Yo, si fuese mujer no tendría una mucama así en casa, sería una tentación para cualquier marido...
- Eso pensé yo, - me dijo desviando la vista - pero me equivoqué -
- ¿Como...? - dije, creí que había metido la pata, y sin pensar lo que decía pregunté: - no me diga que Ud. la contrató para que su esposo se entretenga ¿?-
- Para que se entretenga no, pero para que le despierte el indio sí - me contestó. Y por mi cara se dio cuenta de que no entendía nada, me hizo una seña para que me sentara sobre la inmensa cama, ella se sentó también y comenzó a contarme, como si fuese su confidente de siempre, que su marido tenia problemas desde hacía varios años, que ella suponía eran debido a las grandes presiones de su trabajo. Primero habían sido problemas de erección y ya en los últimos dos años, directamente ni lo intentaba - yo no podía creer que me estuviera contando eso a mí. Él, por machismo o por vergüenza no quería ver a un médico, y con el tiempo empezó a molestarse cada vez que ella le sacaba el tema de ver a un especialista. Y pensó, en su desesperación, que quizás motivándolo con otra mujer podría lograr algo, y por eso seleccionó y contrató a esta mucama sensual y provocativa, después se dio cuenta que era inútil su estrategia pero igual se quedó con ella.
Cuando seguía con su relato me miraba fijo a los ojos, yo transpiraba, a pesar del aire acondicionado, y sabía que estaba al palo, pero no podía bajar la vista ni cambiar de posición para disimular mi erección.
- Yo pensé que estaba haciendo lo correcto, ya que mi marido no quería enfrentar el problema traté de buscar una solución por las mías, yo soy una mujer que tiene sus necesidades...-
- Y nunca pensó en buscar otro tipo de solución... para Ud., digo - me escuché decir, totalmente jugado.
- Yo amo a mi marido, a sido mi único hombre - dijo bajando la vista con voz quebrada. Trágame tierra, pensé yo - Jamás se me cruzó la idea de tener sexo con otro... hasta hoy.
Y se abalanzo hacia mí dándome un beso que me tomó totalmente de sorpresa, puro fuego la señora, y yo leña seca. Me puso de espaldas contra la cama y me demostró que era verdad que hacía más de dos años que no tenía sexo.
No me daba respiro, me apretaba contra la cama y sus manos recorrían mi cuerpo sin darme margen de maniobrar mis manos. Cuando pude tomar un poco el control, comencé a sacarle, casi arrancarle la salida de baño, y le fui bajando la malla hasta liberarle esas tetas fabulosas que empecé a besar con lujuria, otra palabra no cabe para mi acción. Tenía unos pezones hermosos y duros, me metí uno en la boca y ella estalló en un orgasmo infernal, indescriptible, imparable. Cuando dejó de gritar y se calmó por unos segundos, de sus ojos color miel brotaban lágrimas, aproveché para terminar de bajarle la malla que tenía enrollada en su cintura.
Ver su rosado mechón de vellos, abrir sus muslos y meter mi lengua en su mojada vagina fue toda una sola acción, a la cual pareció resistirse... en principio. Murmuró algo como - no por favor... a mi nuncaaaa... me aaah... - luego estalló el segundo orgasmo de no sé cuantos se sucedieron esa tarde de desenfreno sexual. Literalmente casi me ahoga con la presión que ejercieron sus piernas sobre mi cabeza contra su pubis, cuando logré retirar mi cara que chorreaba sus deliciosos jugos pude ver sus ojos en blanco mientras me pedía, me gritaba, me ordenaba - cogeme..., por favor..., sino... te mato... - No era ni remotamente mi idea desobedecerle, tampoco estaba en condiciones de hacerlo, no sea cosa que cumpliera sus amenazas.
Me subí sobre ella, en la posición del misionero, mi miembro entró con cierta dificultad, no es nada del otro mundo solo 16 o 17 cm, y comencé, digo comenzamos a movernos rítmicamente en forma calma al principio, desenfrenada cada vez que llegaba y gritaba sus orgasmos. Otra vez calma, desenfrenada, calma, y así sucesivamente hasta que no pude contenerme más y largué toda mi leche en su interior y ahí sí... gritamos juntos. Quedamos abrazados, encastrados diría, totalmente mojados por la transpiración y nuestros jugos, y recién como a los 10 minutos pude reaccionar y liberarme un poco de ese divino cepo que formaban sus brazos y piernas. Parecía como si estuviera en trance, sus ojos semiabiertos al igual que su boca, al liberarme de sus extremidades estas fueron quedando como inertes, sin sensibilidad, sin vida.
Me paré al pié de la revuelta y mojada cama y busqué con mi mirada la puerta del baño, que estaba a escasos metros. Movió un poco su cabeza en dirección a mí y sin mover mucho sus labios la escuché decir:
- Por favor no te vayas...
- Ni pienso - dije yo - solo quiero ir al baño un momento, y seguimos hablando del seguro... entre otras cosas...
Cuando regresé del baño comenzó la segunda parte de nuestro primer encuentro, más calmados los dos, hicimos el amor con mil caricias, descubriéndonos mutuamente nuestros lugares más sensibles, los de ellas eran todo su cuerpo, diciéndonos palabras dulces, alguna que otra palabrota pero con cierta dosis de respeto, y sobre todo con mucha ternura, pasión y dulzura. Me contó que su marido jamás le había hecho sexo oral, ni ella a él, y tampoco se hubiese animado a pedirle ninguna de las dos cosas, de sexo anal ni hablar. Masturbación, juego previo?, que era todo eso?
- Si me permite, yo le puedo enseñar algo de lo que sé - dije modestamente.
- Con lo que hicimos hoy aprendí más que en 28 años de matrimonio, en lo que respecta a sexo por supuesto. No voy a perder tiempo lamentándome por lo que no fue, no sirve de nada, pero a partir de hoy voy a tratar de no perderme de nada más..., y vos me vas a ayudar - dijo con decisión.
Nuestra relación se fue haciendo bastante regular, yo la visitaba los Jueves en principio, ella se deshacía de la mucama y su marido cenaba fuera ese día.
Aparte de nuestra relación, comenzó a recomendarme a gente conocida y en poco tiempo aumenté considerablemente mi cartera de seguros con clientes de muy buen nivel económico.
Después comenzó a "visitarme" algún día en la oficina donde tengo un reservado con un sofá cama, lo cual me gustaba y halagaba muchísimo, pero me preocupaba no poder rendir con mi mujer en casa, por suerte nunca ocurrió. Me fui enterando de ciertas situaciones de su vida y de su casa. Como al mes, una tarde me contó que Clarita, la mucama estaba embarazada de tres meses, que su novio que era marinero y estaba embarcado ni se había enterado, y que posiblemente de acuerdo a los dichos de Clarita, cuando se enterara seguramente no se iba a querer hacer cargo. Mi comentario fue que era una lástima porque parecía una chica muy buena, aparte de ESTAR MUY BUENA, y que con sus condiciones personales podía hacer feliz a cualquier hombre y a cualquier... mujer. Me miró como si hubiese dicho una locura pero inmediatamente cambió de expresión y me preguntó:
- Vos me querés decir que podría satisfacer... por ejemplo... mis deseos -
- No, eso lo dijo Ud. - yo nunca la tuteaba, por las dudas - pero ya que lo menciona me parece que sería una competidora muy difícil de vencer por mí - dije y cuando terminé la última palabra me di cuenta que lo dicho jugaba en mi contra.
- Jamás se me cruzó la idea de hacer el amor con una mujer - dijo entre pensativa y sorprendida.
- Jamás de me cruzó la idea de tener sexo con otro... - le recordé sus propias palabras con las que habíamos iniciado nuestra primera y lujuriosa jornada de sexo.
Pasaron 10 días aproximadamente y una tarde se apareció por mi oficina con una sonrisa pícara, que yo confundí en principio con sus intenciones de usar el sofá cama (que también las tenía, y las cumplió después), y me comentó que el día anterior Clarita se había sentido un poco de malestar y fue al médico que le recomendó reposo por lo cual ella la obligó a acostarse. Virginia se encargó de llevar a Clarita al cuarto de ésta y la ayudó a desvestirse, luego la llevó hasta el baño y también la ayudó a refrescarse un poco, estábamos ya en pleno verano, pasándole una esponja por ese moreno y sensual cuerpo, luego la secó y ayudó a poner un breve baby doll para acostarse. El roce de su piel, el contraste de sus tonos, la visión de sus hinchados senos, grandes de por sí, la dureza de sus pezones, mezclados con los suspiros y las miradas sensuales que le dedicó Clarita, por primera vez y debido a lo erótico de la situación, la llevaron a que una vez terminada la "ayuda" saliera corriendo a su propio dormitorio y se masturbara por primera vez en su vida, y encima motivada por una mujer, acabando infinidad de veces, era sin saberlo multiorgasmica.
Esa misma noche después de retirarle la cena que ella misma le llevó hasta su cama para que comiera sin dejar de hacer reposo, le acomodó un poco la cama y disimulada e intencionalmente le tocó sus senos al alisar las sábanas, con lo cual Clarita lanzó un profundo suspiro y le comentó:
- Sabe señora Virginia como extraño a mi novio... yo nunca he pasado tanto tiempo sin alguien que me haga sentir de todo...
- Pero Clarita - dijo Virginia sorprendida - no hace tanto tiempo que la pasaste bastante bien, las pruebas están a la vista - y le acaricio el vientre, por sobre el corto y transparente camisón, que ya delataba su reciente embarazo, hasta donde comenzaba su frondoso pubis, lo cual hizo cerrar los ojos a la morocha.
- Claro señora, por eso le digo, hace ya dos meses que el Osvaldo se embarcó y encima no sabe que estoy encinta
- Yo estuve años sin sexo, y no me di cuenta - pensó Virginia.
- Decime Clarita, - preguntó en tono confidente - a que edad empezaste a tener relaciones... -
- Con hombres a los 15, pero con una amiga ya nos tocábamos desde los 12 - dijo como si nada.
- Tuviste relaciones con mujeres hasta los 15 años? - dijo incrédula.
- No señora, a partir de los 12 y cada vez que pude, que han sido muchas, para mí las mujeres son diferentes a los hombres, son más suaves, más tiernas para hacer el amor, la mayoría de los hombres solo quieren acabar y después chau, en cambio entre mujeres nos entendemos mejor, aunque una buena pija no la cambio por nada del mundo - filosofó como si estuviera charlando con su mejor amiga.
La expresión de Virginia, me la imagino con sus grandes ojos dorados abiertos como soles y su sensual boca abierta de asombro que deben de haber traído a la realidad a Clarita que encogiéndose en la cama dijo:
- Señora... por favor discúlpeme, no quise ofenderla con lo que le conté, no se ponga mal, que va a pensar Ud. de mí ahora -
- No Clarita - dijo reaccionando - al contrario me has ayudado a conocer más de la vida - de la que me estuve perdiendo, pensó - no me ofendiste para nada. Y lo que pienso ahora de vos es que sos una mujer sincera, conmigo pero sobre todo con vos... con tus deseos, y si me lo permites voy a hacer lo mismo con los míos... -
Dicho esto le besó los labios, primero con delicadeza, pero pasada la sorpresa de Clarita que se quedó dura en principio, ambas se trenzaron en una apasionado beso que incluyó una mutua exploración de sus senos, que aunque de corta duración dejó a ambas muy excitadas.
Virginia, más consiente, se fue separando de la morocha que pedía más a través de sus ojazos negros y de su expresión de deseo.
- Cuando estés mejor vamos seguir - dijo Virginia dándole un breve piquito y saliendo de la habitación, por supuesto que derecho a masturbarse nuevamente.
Semejante relato me dejó más excitado que nunca, no podía creer lo que había escuchado de boca de Virginia, aquella dama que hasta no hacía más que de 2 meses jamás había pensado en tener sexo con nadie más que su esposo. Ella estaba tan excitada como yo o más, el sofá de mi reservado fue el mudo testigo de nuestra calentura infernal, y de su culminación en 2 polvos de mi parte e infinidad de ella.
Como a la semana, ya recuperada Clarita de su malestar, fue el gran debut de Virginia con una mujer, los detalles sobran, la morocha le enseñó el Kamasutra femenino y 2 o 3 obras eróticas más todo junto en una sola sesión, de más de 3 horas de duración, le mostró como chuparse mutuamente, acariciarse, lamerse todo en cuerpo, frotarse pubis contra pubis, tetas contra tetas.
Me contó con lujo de detalles todas las caricias que se prodigaron mutuamente, el sabor de los jugos de vagina, el sabor de su piel morena, la habilidad de la lengua experta de Clarita le despertó sensaciones desconocidas, inimaginables, maravillosas.
Virginia me lo contaba y se le llenaban los ojos de lágrimas, y los muslos de jugo como me lo demostró después, yo me moría de ganas y de envidia.
Primero nos sacamos las ganas mutuamente, nos dimos con todo. Y cuando estábamos ya rendidos acariciándonos ambos le digo:
- Creo que esta nueva relación suya me va a perjudicar un poco, ya no voy a ser el único que calme sus deseos, el único dueño de su cuerpo, de sus fantasías sexuales, de sus sueños eróticos, de sus...

– Rodolfo, amor... , estás celoso - se sonreía de forma pícara y burlona a la vez , vos tenés la culpa de absolutamente todo lo que está pasando en mi vida sexual desde hace dos meses y te juro que te lo voy a agradecer siempre - dijo con la cara iluminada por esos dos faroles dorados que tiene como ojos - cambiaste mi forma de vivir, de disfrutar y hasta de ver las cosas, pero.... ¿ en serio estás celoso? -
- Celoso... y envidioso... - dije poniendo cara de víctima -
- Celoso de Clarita, ¿y envidioso porqué? - preguntó con picardía -
- Envidioso por Ud. porqué estuvo con Clarita.
- Ya me parecía que le tenías muchas ganas, - dijo en una carcajada inusual en ella - te tengo preparada una sorpresa con respecto a eso... y si te portas bien te la cuento - pude escucharle decir una vez repuesta de su carcajada -
- Yo siempre me porto bien, ¿o tiene alguna queja que presentar? bromeé intrigado -
- Bueno te cuento..., pero no sé como lo vas a tomar...- seguía con su tono de picardía- el tema es que Clarita me comentó que sigue extrañando, y mucho, el sexo con los hombres. Desde que su novio se embarcó no ha tenido sexo con nadie, excepto conmigo -dijo sonrojándose - y tiene miedo de buscar otro hombre para tener solo sexo, es por su estado, ella dice que la pueden rechazar justamente por verla embarazada cosa que se le nota bastante, y que en caso de encontrar con quien hacerlo le ronda el temor de perjudicar el bebé en el acto sexual, entonces yo ...
- Pero como la van a rechazar...- interrumpí con mis ratones a mil - si en ese estado está mejor que antes, que ya es mucho decir. Además tendría que saber, aunque ella es primeriza - reflexioné - que durante el embarazo se puede tener una vida sexual normal y hasta mejor ya que el cuerpo está mas sensible...y ... Ud. se lo tendría que haber explicado...
- Yo durante el embarazo de mis hijas casi no tuve sexo, llámalo tabú, miedo, pero a esta altura estoy convencida que fue solo ignorancia, mía, de los médicos que me atendieron y que no me supieron aconsejar, pero sobre todo de mi marido que tenía pánico, y creo que hasta cierta repulsión de hacer el amor conmigo en ese estado. Pero como vos decías, el cuerpo está mas sensible, ahora que recuerdo estaba en un continuo estado de excitación - recordó arqueando sus finas cejas-.
- En esa época - dije sin pensar que la podría estar tratando de vieja - se podía aceptar ese pensamiento pero hoy no.
- Bueno... bueno... que no fue hace tanto - coqueta, respondió la señora - . Siguiendo con la sorpresa, y después de escucharte y ver tu expresión, me imagino como lo vas a tomar... Lo que yo te quería sugerir... es que...eee...
- ¿Que yo atienda a Clarita? - pregunté entre sorprendido y excitado (excitado es una palabra que apenas refleja mi actitud de entonces) - ¿Ud. me está sugiriendo que yo le haga el amor a su mucama? - repregunté.
- Bueno... yo pensé... que a vos te podía agradar ...- dijo medio asustada de mi reacción, creo que confundió mi calentura con enojo - Pero si vos no quieres... discúlpame...
- Como no voy a querer? - mi amplia sonrisa reveló mi verdadero estado - el tema es si ella quiere. Y la otra gran incógnita es: ¿Cómo se le ocurrió esta idea? que desde ya agradezco mucho, pero yo...
- Yo... nada. Si te agrada la idea, y por lo visto sí - dijo mirando mi erección que no podía disimular - tenés el campo sembrado... Clarita me insinuó, y tuve que admitirlo, que conocía de nuestra relación, y después en tono de confidencias me dijo: - tiene usted muchísima suerte de haber encontrado un buen macho como el señor Rodolfo - te gusta...? le pregunté - y sííí... , pero no lo voy a mirar más ahora que sé que es suyo... yo le respondí entre asombrada y risueña : quizás un día te lo preste .-
La conversación se cortó ahí porque la llamaron a su celular. Era su marido que le decía que había invitado a cenar a un directivo de su compañía que había llegado del exterior con su señora. Después de reprocharle un rato, como hacen todas las esposas, por el poco tiempo (3 horas) que tenía para preparar la cena, y prepararse ella, accedió y salió como disparada de mi oficina a atender sus obligaciones de anfitriona, no sin antes despedirse con un apasionado beso y la promesa, o sentencia?, de seguir hablando del tema.
Al otro día, cerca de mediodía, me llamó por teléfono y me comentó que con su marido y la pareja con la que habían cenado la noche anterior se iban a Punta del Este por tres días a un evento, aburridísimo según sus palabras, que había organizado la multinacional para la cual trabajaban su marido y el hombre venido del exterior. Y me pedía que pase por su casa para ver como andaba todo... especialmente Clarita que se iba a quedar sola... en su estado... . Que ella ya le había avisado que yo iba a pasar... por sí necesitaba algo... Me mando un beso y cortó.
Me quedé como media hora con el teléfono en la mano. Pensando, es una forma de decir, excitado, confundido, sin saber si era un regalo del cielo... o del infierno... . La alarma de mi reloj me sacó de ese estado recordándome una entrevista muy importante que tenía. Ese día no pude concentrarme más en el tema. Me decía a mi mismo que no tenía porque ir... que después de todo...

Al otro día, Viernes, a la mañana no se me cruzó una sola vez el tema... Pero a las 3 de la tarde me encontré llamando a la puerta de la casa de Virginia para ver si Clarita necesitaba algo... . Clarita apareció con su ajustado, más ahora, uniforme rosa saludándome me hizo pasar y cuando cerró la puerta se quedó mirándome con esos ojazos negros quise empezar a decir algo como:
- Me dijo la señora Virginia que... - y ella avanzó hacia mí, y poniendo su cuerpo a centímetros del mío dijo:
- A mi también me dijo... - al momento en que se ponía de puntas de pie y me daba un
beso... suave pero ardiente, y volcaba su voluptuoso cuerpo sobre el mío.

Por supuesto que no le pregunté que es lo que le había dicho la señora Virgina... pero me lo imaginé.
Me tomó de la mano y me condujo hasta su pequeño departamento de servicio que se encontraba separado de la casa principal junto a los vestuarios de la pileta de natación, allí parados junto a su cama y sin quitarme sus negros ojos de encima se quitó su uniforme rosa para quedar con un conjunto de bombacha y corpiño blanco digno de la más sensual de las modelos de lencería internacional, el contraste de su piel cobriza con el blanco satinado de su conjunto remarcaba la voluptuosidad de sus generosas formas, su redondeado vientre y sus senos más generosos que de costumbre debido a su estado de gravidez hubieran dado letra a Jorge Amado para escribir casi una novela completa...
Yo me quedé mudo y totalmente inmóvil, solo mi pene parecía reaccionar, quizás despertado por el zapateo de mis ratones. Ella, dueña total de la situación, me sacó mi remera, desprendió y bajó el cierre de mis pantalones, y me ayudó a sacarlos para quedar en solo con el slip que por supuesto no servía para tapar la erección de mi miembro que apuntaba hacia la morocha. Me abrazó apasionadamente y fuimos cayendo lentamente en su cama fundidos en un beso que parecía ser dado con el cuerpo entero de ambos.
Lo que siguió fue... ¿como describirlo? Sabia en el arte del sexo, Clarita me fue guiando muy sutilmente hacia sus preferencias, habiendo desaparecido nuestras ropas íntimas durante una mutua exploración, eterna y exquisita por cierto, saboree sus enormes pechos de pezones obscuros, duros y deliciosos, provocándole sus primeros orgasmos. Besé y lamí mil veces cada milímetro de su sensible cuerpo, dejando un solo lugar sin tocar... su vulva de la cual emanaba un aroma fuerte, salvaje, inconfundible... el de hembra en celo.
Conocedora de su cuerpo, de sus puntos más sensitivos, Clarita ronroneaba y suspiraba más fuerte cuando salteaba su cueva, hasta que casi al borde de mi propio orgasmo por culpa de tanta sensualidad y buscando una posición cómoda iniciamos un 69 que duró... segundos, tal era nuestra mutua calentura. Bebimos mutuamente nuestros jugos, el sabor de los suyos fue una sorpresa para mí, una delicia, un manjar jamás repetido en otras intimidades. Los dos seguimos sorbiéndonos como ignorando nuestros mutuos orgasmos, mi miembro apenas aflojó su rigidez unos segundos para erguirse más que antes... Ella acabó dos o tres veces más antes de pedirme, suplicarme, ordenarme...
- Por favor Rodolfo... lo necesito adentro... POR FAVOR...
Levantando una de las almohadas que habían caído al piso, se la coloque bajo su cintura y levanté sus piernas sobre mis hombros, con mucha delicadeza quise introducir mi pene pero... desapareció como absorbido por su vagina en un movimiento reflejo, reflejo de su hambre de verga, mis manos aprisionaban lo que podían de sus hermosos senos mientras las suyas golpeaban la cama con las palmas abiertas y su cabeza iba de un lugar a otro gritando cosas incoherentes y otras no tanto mientras acababa en forma ininterrumpida.
- Síííííí... esooooo... mássssss... - Fueron algunas de las palabras que entendí.
Habiendo eyaculado en su boca recientemente, no tenía inconvenientes en bombear por un rato largo. Cambiamos de posición primero hicimos la cucharita, y luego la del perrito, en la con una mano acariciaba sus pechos colgantes y con la otra masajeaba su hinchado vientre hasta su pubis, lo que provocaba unas sensaciones totalmente electrizantes para ambos; cuando mis dedos llegaban hasta su clítoris sus gemidos se multiplicaban...
¿Que no hicimos aquella tarde? ... creo que todo, incluyendo sexo anal, otro de sus preferidos... bah, en realidad todo le gustaba y mucho.
Cuando me retiré de la casa ya estaba anocheciendo, al despedirnos Clarita no paraba de agradecerme, aunque era yo quien tenia que agradecer a la Providencia y a Virginia por haberme permitido gozar de una hembra semejante, jamás conocí una mujer tan completa en lo relativo al sexo. Dándome una importancia, que no la merecía, le digo con tono canchero:
- Por mi parte gracias también... pero a quien tendrías que agradecer es a tu patrona...
- Algo se me va a ocurrir cuando la señora vuelva... - dijo poniendo cara de pícara, más
pícara digo, y con una sonrisa que desapareció solo cuando cerró la puerta.
Esa fue la última mención o insinuación por parte de ambas referida a la relación que ambas estaban llevando, y por cierto siguen llevando.
A partir de ese día, y con la vuelta de Virginia de Punta del Este, la visita a Clarita los Martes y a Virginia los Jueves se convirtió en una rutina, gloriosa rutina, a la cual se le sumó otra rutina que era la de visitarme en mi oficina en alguna de mis tardes libre para pasar por el sofá cama de mi reservado, rutina que cumplía cualquiera de las dos indistintamente y en la que curiosamente nunca se encontraron...
Cuando Clarita promediaba su séptimo mes de embarazo volvió Osvaldo de su largo viaje por ultramar, quien contrariamente a lo supuesto se convirtió en el hombre más feliz del mundo al enterarse que iba a ser padre, felicidad que se demostró al proponerle casamiento a Clarita para después que nazca el bebé y cuando pudiera conseguir un trabajo estable en tierra. Pero a pesar de que Clarita le insistió para que vivieran juntos desde ese momento, se negó argumentando que no sabía si podía contenerse de tener sexo en su estado, que no se podía, si supiera... Ella le insistió y le comentó que el médico le había dicho que no había problemas, que era todo tabú, que etc, etc. Pero nada, el siguió en su creencia y yo con mi bendita rutina que duró hasta la misma semana del parto.
Y llegó el bebé, un robusto nene con la piel de su madre y los atributos de su padre. Fui a visitarla luego del parto y con gran sorpresa me enteré que al precioso niño coincidentemente lo iban a llamar... Rodolfo, porqué ese era el nombre que le gustaba a la madre.
En la misma visita me encontré con el esposo de Virginia con quien tenía muy buena relación, no tanto como con su mujer..., quien luego de elogiar al recién nacido me invitó a tomar un trago para charlar un rato. Ahí fue donde me contó algunas cosas que me borraron la alegría que tenía momentos antes. Me confesó que estaba en negociaciones con la empresa en la cual trabajaba para lograr su retiro, y que con el dinero que recibiría, una cifra impresionante supongo, y con los ahorros y rentas que ya poseía podría retirarse definitivamente e irse a vivir a Miami donde residían sus hijas mellizas, por supuesto con su esposa... Virginia.
Para completar mi desdicha me contó un secreto: como regalo de nacimiento... pensaba llevarse a Clarita y Osvaldo a trabajar con ellos a Miami, previo casamiento, por supuesto. - - La chica - dijo haciendo un gesto de aprobación - resultó muy buena, a pesar de en un primer momento parecía un tiro al aire. Y Osvaldo parece buen muchacho, trabajador y serio.
Al día siguiente yo no podía reaccionar, toda mi dicha sexual se esfumaba de golpe, de golpe se iban las dos hembras más apetecibles, más voluptuosas, más dispuestas, más compinches, con las que había pasado recientemente mis mejores experiencias de amistad sexual; y se iban juntas...
Virginia me fue a visitar a la oficina el día siguiente por la tarde, no se sorprendió de verme triste. Me contó que su marido le había comentado sobre nuestro encuentro del día anterior, y me confesó que hacía más de dos semanas que habían decidido lo de irse a Miami, pero que no me lo contó para que no me pusiera mal, como ahora lo estaba. También me contó que su marido estaba dispuesto a iniciar un tratamiento para recobrar su virilidad y que ya tenía los datos del mejor especialista de EEUU. Y que ella lo iba a ayudar todo lo posible para que se recuperara lo antes posible.
- Yo ahora, soy la parte más interesada, ya no voy a poder recurrir a vos... solo a Clarita - agregó mencionando después de tanto tiempo su relación con la muchacha.
No podía reaccionar por la tristeza que me invadía, pero Virginia se encargó de alegrarme, por lo menos por esa tarde...
Ella misma puso llave a la oficina y cuando llegó al reservado ya le quedaban muy pocas prendas puestas. Fue la despedida, toda la tarde me demostró lo mucho que había aprendido en estos felices meses desde que descubrió el SEXO, lo que aprendió de mí no tenía casi importancia comparado con lo que le había enseñado Clarita, su maestra. Fueron más de cuatro horas de lo más sensual que he vivido, caricias, besos, lamidas, penetración, podría decir que eyaculé solo dos veces, pero aunque no hubiese eyaculado ninguna, fue un orgasmo de más de cuatro horas.
A los dos días se fue sola a Miami para acondicionar la casa que ya poseían allá, su marido se quedó para terminar con todas sus obligaciones aquí, y a los diez días viajo junto con Clarita, Osvaldo y el pequeño Rodolfito, todos muy felices con sus nuevas vidas.
Con Virginia nos conectamos muy seguido por Internet, chateamos y me envía emails contándome sobre los progresos sexuales de su marido, la vida junto a sus hijas y Rodolfito, y su relación con Clarita a quien enseño algo sobre Internet gracias a lo cual ya me envió un par de emails muy excitantes por cierto.
No puedo vivir esperanzado en que ellas vuelvan para estos pagos, y creo que ni remotamente figura en sus planes, solo me consuela la idea de encontrar alguna mujer con las características de ellas, no físicas ni sociales (aunque se puede dar), sino con la sensualidad y el deseo de pasarla bien, de disfrutar del sexo y de la amistad como debe de ser: con respeto.
Si alguna dama le interesa y desea comunicarse conmigo lo puede hacer a mi email
Gracias y cariños para todos. Rodolfo

Rodo50 (rodolgon1960@hotmail.com)

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