Este blog de información sexoterapéutica es gratuito.

9/2/10

La Cosquillosa

Publicado por SusanaMoo
19 Noviembre, 2008

A él le gustaba viajar por el cuerpo de ella, saborear detenidamente los cambios de tonalidad, experimentar la suavidad de su epidermis, la concentración de pelillos aquí y allá… pero ella invariablemente se retorcía de la risa. “Me haces cosquillas”, chillaba a carcajadas.

No le dejaba hacer a gusto. Era una pesada. Nada que le hiciese, se despiporraba. Un día él se cansó y decidió amarrarla, se hizo con unas firmes correas de raso y como quien va quien viene, consiguió fijarla en la cama, brazos separados, atados por las muñecas al cabezal, piernas bien abiertas anudadas por los tobillos a las patas. Para evitar desconcentrarse con la risilla histérica de la hermosa mujer, tapó su boca con un pañuelo de seda. Entonces procedió a ejecutar su amorosa tortura: no dejó región sin inspeccionar, sin hurgar o repasar con sus dedos curiosos. La rascó con sus uñas, la examinó con sus ojos miopes, la lamió con su lengua resbalosa. Utilizó material altamente cosquilloso: pluma de ave en las axilas, castaña de pinchitos en la planta del pie, cepillo de peinar para el vello del pubis… No sabemos si ella reía o se lamentaba debajo de su pañuelo, pero lo que resulta evidente es que su vulva chorreaba rocío.

4/2/10

La Masajista Pefecta

Hola a tod@s, este es mi primer relato, así que me deberéis perdonar si no es una maravilla literaria. Antes de nada me gustaría presentarme, me llamo Jorge, tengo 38 años y soy un apasionado de las mujeres maduras de los 40 a los 60, vivo en Madrid que es donde ocurrió lo que voy a contaros.
Trabajo en un estudio de arquitectura, dibujando planos como loco, con mucho estrés y presión por parte de los jefes lo cual me genera mucha tensión en los músculos del cuello y espalda, además de unas obras en casa que me traían por la calle de la amargura así que tenía pensado buscar un o una masajista que me los aliviara, pero por falta de tiempo unas veces y por dejadez otras al final no lo busqué como debía, gracias a lo cual me pasó lo que os estoy relatando.
Estaba chateando en una sala de + de 40 cuando vi que entró alguien con un nick (MasajistaMadrid) que me venía al pelo y me hizo recordar lo que llevaba tiempo necesitando. Le abrí un privado y dio la casualidad (¡¡maravillosa casualidad!!) que era una mujer de 52 años, Eva, masajista semiprofesional que daba masajes para redondear el sueldo que llevaba a casa (no supe nunca cual era su otro trabajo, tampoco es que pusiera mucho empeño en saberlo, la verdad). Le conté mi problema, mis contracturas cíclicas en el cuello y los hombros y me dijo que esa era su especialidad, el masaje relajante anti-estrés. Después acordar el precio quedamos en mi casa para el día siguiente por la tarde/noche, que era cuando a ella le venía mejor. Seguimos hablando y la noté (aparte de simpatiquísima y muy amable) muy interesada en mi gusto por las mujeres maduras (cosa que supo por mi nick) y por mi experiencia en ese tema, que tampoco es mucha, pero algo tengo para contar. De vez en cuando volvía al tema de los masajes, insistiendo en que me iba a masajear muy bien, por todo el cuerpo y que iba a quedar muy contento y relajado, hasta el punto de recomendarme estar desnudo cuando me diera el masaje, ya que a ella le daba más libertad de movimientos. Yo, siguiendo con el tono de la conversación le dije que no había problema, que aunque no tengo un cuerpo danone (de hecho estoy bastante gordito) no tengo vergüenza en estar desnudo, pero que temía que al sentir sus manos en mi cuerpo, me excitara más de lo debido. Ella se rió con el comentario y me dijo que eso no le molestaba, más bien al contrario, que se sentiría halagada de excitar a un joven como yo. Para no aburriros mucho, a pesar que estuvimos mucho tiempo chateando de muchas cosas así quedó el tema, en una cita para el día siguiente.
Después de otra intensa jornada laboral llegué a casa y lo preparé todo para que estuviera a punto para cuando llegara Eva, me di una ducha a fondo, limpié la habitación, quemé un par de barritas de incienso, y me puse a esperar su llamada. Después de indicarle mis señas para que llegara con su coche me dispuse a esperarla, más nervioso de lo que debería estar ya que el tono de la conversación del día anterior fue bastante más caliente de lo que debería haber sido una simple transacción comercial.
Llamó al portero automático y le abrí la puerta, esperándola en el quicio con una sonrisa que se me cayó al suelo cuando la vi en persona. Y es que esta mujer era una delicia. Más incluso de lo que me había imaginado, y la había imaginado mucho y en diferentes situaciones la noche anterior. No muy alta pero muy bien proporcionada, alrededor de 1.55 ó 1.60, rubita teñida, con el pelo largo, ojos color café, regordita con muchas curvas, pero sin llegar a ser obesa, con unos pechos grandes pero no exagerados, piernas fuertes de tobillo fino y un culo precioso (que más tarde me quitaría el sentido). Venía vestida con una especie de traje chaqueta azulón, americana cortita y falda por encima de las rodillas, un top con escote “palabra de honor” azul más claro, medias negras y zapatos planos negros también.
- Hola, tú debes de ser Jorge… ¿te pasa algo? ¿Te encuentras bien?? –dijo con una media sonrisa en la cara al ver la expresión de la mía.
- Nnno, perdona, es que no me esperaba que viniera Afrodita en persona a darme un masaje. –dije lo primero que se me ocurrió, intentando no parecer tan tonto como me sentía.
- Jajajajaaa, venga, venga, no seas zalamero. –replicó ampliando la sonrisa, con una picardía al ver mi reacción al conocerla.
- …Perdona, que maleducado soy, pasa, pasa.

Nos dimos dos besos a la vez que ponía su mano en mi cara en un gesto muy cariñoso que a mi me dio pie a poner la mía en su cintura. ¡Esto iba bien! La dejé pasar al hall aprovechando para ver su fantástico culo que me pareció contoneaba con más sensualidad de la normal.
Pasamos al salón, ella delante de mí, y yo sin poder quitar la vista de ese trasero que tanto me había gustado, imaginándome como sería la ropa interior que lo cubría y claro, excitándome ante tal pensamiento.
- ¿Quieres tomar algo, Eva? Con el calor que hace, lo mismo te apetece una cerveza o un refresco fresquito.
- Pues si, una cervecita me vendría genial, gracias, que este calor de Madrid en agosto es terrible. –dijo mientras hacía el gesto de abanicarse con la mano.
- Siéntate que te la traigo… y yo me tomo otra, que la verdad es que a estas horas apetece. –le dije mientras me dirigía a la cocina para pillar dos cervezas heladas.
- Toma, aquí tienes, ten cuidado que está muy fría.

Le di la botella y ella se tomó un buen trago, dando un suspiro de satisfacción según separaba la botella de sus labios.
- Uy, perdona, no te he ofrecido un vaso, yo me la suelo beber “a morro”, que me gusta más así. –le dije
- No te preocupes, a mi también me gusta mucho más beber “a morro”, así se sienten las cosas mucho mejor –dijo con una sonrisa más que pícara, a la vez que cerraba los ojos y pasaba la fría botella por su cuello y la parte del pecho que dejaba a la vista su top-. Bueno, ¿me dices dónde está el cuarto de baño? Necesito usarlo, jejejeje.
- Por supuesto, por aquí, pasa –le dije indicándole el camino-. Está recién reformado, y ha sido una de las causas del estrés que arrastro, pero al final ha quedado bastante bien.
- ¡¡Ummmm, que bonito!! …y con una columna de ducha con masaje incluido, ay, estás cosas me van a dejar sin trabajo, jajajjjaa.
- Jajajjaaja, no creo que estos aparatos lo hagan mejor que unas manos femeninas –le dije poniendo también una sonrisa pícara-. Si quieres puedes usarla –dije en tono de broma, pero que ella se tomó en serio, o quizá, aprovechó la ocasión que le estaba dando.
- Pues mira, si no te importa, la verdad es que me encantaría darme una buena ducha, que llevo todo el día de aquí para allá y me vendría genial. Ummmm, y por lo que veo, has puesto una mampara casi transparente, eh pillín, jajjajaa.
- Jaajjajaja, pues sí, para que negar la evidencia, que con las pocas chicas que pasan por casa, hay que aprovechar.
- Venga, no seas llorón, que más de una habrá probado esta duchita… -dijo mirándome directamente a los ojos.
- Pues no –le respondí mirándola también a los ojos-, vas a ser la primera persona aparte de mí que se meta en mi ducha, te lo aseguro. Toma una toalla para cuando salgas, y si quieres puedes usar mi albornoz, que está limpio.

La dejé disfrutando la ducha y esperé en el salón tomando otra cerveza, imaginando lo que podría hacer con ella en el caso de que el masaje fuera por donde yo quería que fuera. Pensé en ir a espiarla mientras se duchaba, pero mi inseguridad y un atisbo de educación me impidieron hacerlo. Después de unos minutos salió de la ducha con mi albornoz puesto, cosa que me gustó mucho, ya que esa tela que tocaba su cuerpo que yo imaginaba desnudo sería la misma que más tarde acariciaría el mío… morboso que es uno.
- Uauuu, ¡qué bien me ha sentado esa duchita! –dijo ella mientras se secaba el pelo con una toalla- …y que albornoz más suave tienes, como te descuides me lo llevo, jajajajaja.
- Bueno, si te portas bien te lo cambio por algo tuyo, jajajajaa –respondí yo mientras le daba otra cerveza recién abierta-. Toma, otra cervecita, ya verás que bien sienta después de la ducha.
- Ummmm gracias, eres un sol, Jorge –dijo poniendo esa sonrisa que me volvía loco y me daba para imaginar locuras- y gracias también por dejarme usar tu ducha, te lo voy a recompensar con un masaje que te va a dejar relajado como no lo has estado nunca.
- Uff, pues nada, vamos a ello, que ya tengo ganas, jajajaja. No tengo camilla ni nada parecido, ¿dónde lo harás mejor? -Imagino que en una cama porque en el sofá, el respaldo no te va a dar libertad de movimientos.
- Sí, mejor en una cama, supongo que tendrás alguna, ¿no?
- Por supuesto, vamos a mi habitación.

Me tumbé en la cama boca abajo mientras ella preparaba el aceite de masajes y se ataba el pelo con una cinta en una coleta cuando me dijo:

- Bueno, ¿te desnudas o qué? Ya lo hablamos ayer y me dijiste que no te daría vergüenza.
- Si, si, tienes razón, ya mismo me despeloto, jejejeje. Es curioso, es la primera vez que una mujer me exige que me desnude, jajajaja.
- Jajajaja, venga, venga, menos cachondeo que no se cómo va acabar esto.

Me desnudé no sin cierto reparo, mientras ella me miraba sin quitarme la vista de encima, a la vez que se mordía el labio disimuladamente. Debido al tono de la charla que estábamos teniendo, mi polla se encontraba en un estado de semiexcitación, lo que aquí se conoce como “morcillona”. Me tumbé boca abajo y ella empezó a masajearme lentamente, echándome el aceite de masaje encima. Los hombros, la espalda, los glúteos, las piernas, etc. Verdaderamente, el masaje, aparte de connotaciones sexuales era genial y me estaba sentando de muerte, así que mis gemidos eran bastante audibles mientras trabajaba mis músculos. Me dijo que abriera más las piernas y así lo hice, y al punto noté como sus manos se entretenían en los cachetes de mi culo, abriéndolos para llegar a mi entrepierna, rozando levemente mis huevos, lo que supuso un gemido más alto de lo normal en mí, a lo que ella me dijo:

- Parece que te gusta, ¿eh?

- Uff, no tienes ni idea de lo bien que lo haces, Eva, ¿dónde has estado toda mi vida? –respondí mientras giraba un poco la cabeza para mirarla.

Al girarme para mirarla, vi que el albornoz que ella llevaba estaba aflojándose poco a poco y pude intuir sus pechos moviéndose al ritmo de sus masajes, cosa que hizo que me excitara ya totalmente. Me moví un poco para acomodar mi polla y que no me molestara, cosa que ella notó y dándome un cachete en el culo me dijo que no me moviera tanto. Se puso en horcajadas encima de mis piernas, sentándose casi en mis pies, lo que me dejó adivinar que no llevaba bragas, ya que sentí su pubis acariciando mis tobillos, que notaron la humedad que salía de aquella zona, acabando de empalmarme del todo.
Ella seguía con los masajes en mis muslos, desde la parte trasera de las rodillas a los huevos, que ya tocaba casi con descaro. Cuando ella pasaba por mi entrepierna, decidí calentar más intensamente su pubis, a lo cual, movía mis pies ligeramente para acariciar su coño que ya notaba mojadito y muy caliente. Ella lo notaba (no podía ser de otra manera) y gemía audiblemente a la vez que dejaba de masajear otras partes, centrándose en mis huevos.
Ya decidido a entrar en materia metí mi mano para colocarme la polla mirando al ombligo, en un gesto ostensible para que ella dijera algo. Y lo dijo, vaya que si lo dijo:
- Deja de moverte, que así no hay quien se concentre.
- …Es que me molesta.
- ¿Qué te molesta? ¿no te gusta el masaje?
- Sí, sí que me gusta, lo que me molesta es… la polla.
- …Se te ha puesto dura, ¿verdad?
- Si, y me la tengo que colocar para que no me incomode.
- …Pues me lo dices y te la coloco yo.

Dicho y hecho, me pasó la mano por debajo y me la cogió agarrándola y apretándola fuerte a la vez que exclamó:

- Ummmmm, que pollón tienes Jorge, que dura está -supongo que sería cosa de la situación, porque yo no tengo un pene tan grande como pueda parecer por el comentario.
- Es que verte con ese albornoz sin nada debajo, y tocándome los huevos como lo haces me has puesto muy burro, cielo.
- Date la vuelta.

Me giré y se tiró encima de mí a besarme, mientras nos peleábamos con nuestras lenguas mis manos quitaban como podían el albornoz que llevaba, quería acariciar su cuerpo ya sin nada por medio. Ella a horcajadas encima de mí y yo abrazándola, tocando su culo, acariciando sus pechos que me llevé a la boca. Saqué la lengua y la pasé por sus tetas, dibujando una espiral de fuera adentro con el centro en sus pezones, que ya estaban en su máxima expresión, gordos, grandes, duros, guardados en una aureola pequeña y deseosos de las caricias de mi boca. Los gemidos que ella daba eran muy excitantes para mi, a la vez que agarraba sus tetas para pasar los pezones por mi boca.

Volvimos a besarnos y aproveché para incorporarme y tumbarla en la cama y decirle:

- Quiero comértelo, déjame que te lo coma, estoy loco desde que entraste por la puerta por probar el sabor de tu rajita…
- …siiiiiiiii, cómemelo, lo estoy deseando, mira lo mojado que lo tengo, ¿te crees que no me daba cuenta de cómo me lo sobabas con los pies? Me lo has puesto a tono y tienes que arreglar eso.

La tumbé boca arriba y la besé en la boca, sacando la lengua y bajando hacia abajo, por su cuello, su pecho, sus pezones, su ombligo hasta su pubis. De ahí pasé al interior de sus muslos, saltando su coño que rezumaba de jugos.

- No seas malo, cómemelo yaaaaaa, me tienes muy caliente, quiero sentir tu lengua en mi rajitaaaa –decía ella con una calentura máxima.

No me hice de rogar más y pasé lentamente la lengua por toda su entrepierna, como si me comiera un helado, de arriba abajo, desde el pubis hasta casi el culito, entreteniéndome en el clítoris, ya que cuando pasaba por ese botoncito, ella gemía mucho más y notaba como le temblaban las piernas. Seguí así un buen rato, dándole golpecitos con mi lengua en su clit, absorbiéndolo hacia el interior de mi boca y frotándolo con mi lengua dentro de ella, ayudándome con la mano que pasaba a ratos por su ano, a ratos introduciendo los dedos en su coño, que ya estaba chorreando de excitación. No sé exactamente cuánto tiempo estuve así, pero imagino que alrededor de 10 ó 15 minutos después, con gritos de calentura total, me avisó que se corría:

- Ahhhhh, sii, me voy a correr, sigueee sigueeeeeeee, chúpamelo, cómemelo, dame mássssss–exclamaba a la vez que empujaba mi cabeza entre sus piernas con una mano y con la otra pellizcaba fuertemente sus pezones.
- Si, siiiiii, dame tus jugos, déjame que me lo beba todo –respondí yo separando mi lengua de su clit por unos instantes mientras seguía pajeándola con las manos, metiéndole tres dedos en el interior de su coño a la vez que le frotaba el pulgar en el clítoris y metía parte del dedo pequeño en su ano-. Córrete en mi boca, lléname la cara de tu zumooooo.

Dicho y hecho, con unas contracciones en sus muslos y unos gritos que se debieron de oír dos barrios más allá, se corrió llenándome la boca del mejor licor agridulce que he probado jamás y que sólo una mujer madura puede dar.
Dejé de frotar aquella zona que por momentos se volvió demasiado sensible y subí a la altura de su cabeza ayudada por sus manos que tiraban de mí hacia arriba para juntarnos en un beso interminable, al principio lento y cariñoso pero que se fue volviendo febril y cachondo a más no poder en el que le pasé los restos de sus jugos y ella bebió con gusto y mucho morbo.

- Ummmm, sabes a coño –me dijo ella sonriendo en una pausa de ese beso cojonudo-. ¿Qué habrás estado haciendo?, jajajaajaaa.
- Jajajjajaa, me has pillado Eva –le respondí entre risas-, resulta que ha venido una masajista a casa y estaba tan buena, que he tenido que comerle el coño, ¿me perdonarás?
- Ummmm, no sé, no sé, lo mismo si sigues haciendo que me corra a lo largo de esta noche….

Ese y un magreo de Eva en mi polla fue el punto de inicio para otro asalto encima de mi cama, en el que ella tomó el mando de la situación poniéndose encima de mí y recorriendo mi cuerpo como antes hice yo con el suyo, desde arriba, morreándome como una loca y hacia abajo, con mi polla como objetivo final y mientras no apartaba sus ojos de los míos, en los que brillaba una lujuria que nunca he vuelto a ver en nadie. Agarró mi polla que estaba durísima con una mano y acercó su boca al capullo, echándole el aliento a la vez que me masturbaba lentamente, algo que no me habían hecho nunca y que supuso otro punto más en mi excitación, poniéndomela más grande y dura de lo que nunca ha estado. Yo empujaba mi pelvis hacia arriba para que mi rabo tocara por fin su lengua y boca, pero ella en un juego que yo le había hecho antes y que me estaba devolviendo levantaba la cabeza para evitar el contacto.

- Ummmm, no me hagas esto, chúpamela ya, que me vuelves loco –le dije yo mientras agarraba su cabeza para empujarla contra mi polla.

Ese gesto parece que le gustó porque sin yo esperarlo, bajó la cabeza de golpe, metiéndose mi polla casi hasta la garganta, comenzando una mamada que jamás en la vida me habían hecho igual, salvaje, bestial, hasta el fondo y chupando fuerte, tanto que parecía que se me iban a salir los huevos. Hice un gran esfuerzo por no correrme todavía y viendo que ella no paraba de chupar y chupar, le dije:
- Para, para, que no quiero correrme todavía, quiero follarte antes, cielo –a la vez que me la traje para arriba, colocándose ella encima de mí y de una vez, se metió mi polla hasta los huevos.

Los dos dimos un grito de placer al llegar hasta el fondo de su coño, que por su corrida anterior tenía bien lubricado y empezó a botar encima de mí, cabalgándome primero despacio, disfrutando del momento, echándose hacia delante para que pudiera saborear sus pezones, cosa que hice al instante, dándole chupetones al mismo ritmo que ella me cabalgaba de arriba abajo, haciendo círculos con su culo, de atrás adelante, en fin, moviéndose de todas las formas posibles, como una batidora a máximas revoluciones. Estuvimos un buen rato follando en esa postura hasta que sus gemidos me indicaron que se iba a correr de nuevo, a lo que aproveché para meter un dedo en su ano y acelerar mis lametones en sus pezones que estaban duros como piedras. Con un espasmo y un grito de placer acabó corriéndose encima de mí, con mi polla en lo más hondo de su coño.

- Fóllame, fóllame másssssssss… hasta el fondo, méteme más esa pollaaaaa… dameee en los pezooones, que me corro…. ayyyy… siiiii… siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii… aaaaaaaahhhhhhh… YAAAAAAAAAAAAAAGGGGGHHHHH
- Si, si, si, córrete cielo, córrete, ummmmmmmmmmmm -le dije yo mientas mordisqueaba con los labios más fuerte sus pezones-.

Con un suspiro se dejó caer encima de mí, sin querer sacar mi polla de su interior, moviéndose muy despacio, casi imperceptiblemente a la vez que intentaba recuperar el aliento, con unos gemiditos entrecortados y unos espasmos en su coño que yo sentía apretándome la polla cada vez más despacio. Después de unos 5 minutos tumbada sobre mi pecho me empezó a besar de nuevo suavemente, dándome pequeños mordisquitos en las orejas, los pezones, en el cuello… eso hizo que mi excitación no bajara ni un milímetro, cosa que ella notó y empezó a moverse un poco más rápido.

- Ummmm, tú no te has corrido Jorge, y te lo has ganado cielo, ¿quieres seguir follándome o prefieres otra cosa?
- Si tu chochito aguanta tanto meneo, cariño, me encantaría seguir follando contigo… pero cambiando de postura… ¿Me dejarías ponerte a 4 patas?
- Siiiiiiiii, me encanta que me la metan desde atrás… pero no por el culo, ¿eh? Que ya me he dado cuenta de que tienes unos dedos muy traviesos y que te gusta mi culo, pero hay que dejar algo para otros días ¿no?- dijo mientras me guiñaba un ojo-.
-No te preocupes mi vida, sólo haré lo que tú quieras que te haga.

Se quitó de encima mío y se puso a 4 patas encima de la cama, meneando el culo de manera muy lasciva, echando el cuerpo hacia abajo y elevando ese culo de infarto, provocándome, enseñándome su rajita hinchada y jugosa a la vez que pasaba una mano entre sus piernas para abrir su coño para mí.

- ¿Te gusta lo que ves? ¿te parece bonito mi chocho? Dime que te gusta, dime lo mucho que lo deseas, fóllamelo ya, dame con todo, métemela de nuevo, que me has puesto cachonda otra vez… venga cabrón, dame fuerteeeee

Ese cambio en su actitud, la vista de su coño abierto para mí y su lenguaje directo y obsceno me puso más caliente todavía y sin pensarlo me lancé a comérselo de nuevo, chupando como loco ese chochito rosa y mojado, con los labios grandes y el clítoris hinchado y brillante. Le daba lametones fuertes, desde el clit al culo, metiendo la puntita de la lengua en su rajita que ella seguía abriendo para mi lengua.

- Ahhhhh, siiiiiiiiiiiiii, fóllame con la lengua, soy tuyaaaaa, comételo todo, comete el coño de tu perra caliente… ummmmmmmm, como me pones, dame más, másssssssssssssss.

Le metí tres dedos de golpe en su coño, buscando hueco para meter otro más, masturbándola más fuerte cada vez, más adentro, más rápido… en seguida le pude meter el cuarto dedo de lo caliente y abierto que lo tenía, mientras ella seguía diciendo obscenidades, pidiendo más, entregándose al máximo.

- Dame fuerteeeee, méteme la mano entera, rómpeme, reviéntameeeee, ahhhhhhhhhh, vas a hacer que me corra otra vezzzzz, no aguantooooo.
- Ummmm, como me pones, cachonda, eres lo mejor que me he follado nunca, te voy a dar con todo…

Viendo que iba a irse de nuevo, saqué de golpe mis dedos con un sonoro “plop” y rápidamente acerqué la cabeza de mi verga a su rajita que todavía lucía abierta y sin pensarlo se la metí de golpe hasta que mis huevos golpearon su culo. Sin parar un segundo empecé a bombear, muy rápido, muy fuerte, buscando mi placer y también el suyo al dar mis huevos en su clit del vaivén que teníamos. Mi lenguaje también subió de tono, con los típicos excesos de esos momentos, que a ella le gustaba tanto como a mí y que hacían que un polvazo como aquel fuera el mejor de mi vida.

- ¿Te gusta cómo te la meto? ¿te gusta mi polla? Dímelo perra, dime cómo te pone que te folle a 4 patas como a un putita cachondaaa -dije a la vez que agarraba de su melena rubia y tiraba hacia atrás de ella para que notara mejor mis embestidas-.
- Siiiiiii, me encanta cabrón, soy tu putaaaaa, tu perraaa, pero no dejes de follarme, que me tienes cachondaaaaa, dame más… más… másssssssss, reviéntame, fóllame fuerte cabrónnnnn… vas a hacer que me corra otra vezzz… CABRÓNNNNNNN, ME CORROOOOOOOOOOOOOOGGGGGGGGHHH

En un éxtasis de lujuria y flujos ella se corrió de nuevo dando manotazos en la cama, gritando como loca, moviendo el culo como perra en celo, quedando desmadejada en la cama, dejándome a punto de correrme.

- Ummmm, me has dejado a medias, cielo, estoy a punto de correrme, quiero llenarte el coño con mi leche calentita, no me dejes asiiiiiiiiiiii.

- Ummm, espera un minuto, que me has dejado hecha polvo, y no te corras dentro por favor, yo haré algo para que termines como te has ganado, cielo.

Me salí de ella y dejé que se repusiera abrazándola, arrimando mi paquete a su culito y dándole besitos en el cuello a la vez que le susurraba al oído lo buena que estaba, lo mucho que me gustaba, lo caliente que me ponía oír sus gemidos, beberme los jugos de su orgasmo. Ella me dijo que le había encantado follar conmigo, que nunca se había puesto tan caliente con su marido (ahí descubrí que estaba casada, cosa que me excitó más si cabe) ni con ninguno de los que había follado en su vida antes de casarse. Me contó que con su marido la cosa no iba nada bien, que creía que le era infiel y por eso decidió devolverle la jugada con su primera infidelidad desde que se había casado ya casi 25 años. Nos besamos de nuevo y entre besos, lenguas y labios me dijo que nunca había probado la leche de un hombre y que hoy quería beber de mi polla, quería conocer el sabor de mi semen, a lo que le respondí que encantado. Estábamos los dos tumbados en la cama boca arriba, ella apoyada en mi pecho, con una mano entrelazada a la mía agarramos los dos mi polla que había perdido un poco su dureza y empezamos a masturbarme, apretándola fuerte (cosa que hace que se me ponga dura en un momento, eso me pone mucho), siguiendo el ritmo que yo marcaba durante unos minutos. Cuando aprendió como me gustaba, soltó mi mano y solo con la suya siguió pajeándome, cada vez más rápido, más fuerte, apretando de vez en cuando como si quisiera estrujarla, lo que hacía que se me pusiera a tope de gorda. Ella se dio cuenta que estaba cerca de correrme y llevó su boca hacia la punta de mi pene, ayudando la paja que me hacía dándole lametones como si fuera un chupa-chups, metiendo mi capullo en su boca y relamiéndolo mientras que con la mano subía y bajaba.

- Ahhhhh, ¡qué bueno! ¡qué bien lo haces, cielo, vas a hacer que me corra! ¡¡me tienes a mil!!
- Ummmm, siiiii, quiero que te corras en mi boca, como antes hiciste tu conmigo, quiero beberteee –respondió mientras aumentaba el ritmo de su mano, acercando más su boca, abriéndola para recibir mi leche recién ordeñada-.

En unos instantes y con un escalofrío que recorrió mi espalda noté como mi orgasmo era inminente, avisándola por si quería apartarse, pero ella metió mi polla en su boca para recibir las descargas dentro y no perder una gota. Me corrí como no había hecho antes, lo que a mí me pareció litros de esperma salieron a borbotones de mi glande, notando como Eva absorbía la leche que le estaba dando, tragando lo que podía y soltando lo que no podía tragar, que resbalaba por sus labios, cayendo por su cuello, llegando hasta sus tetas.
Relamiéndose se tumbó junto a mí, que estaba resoplando de la corrida que esta mujer me había provocado. Se abrazó y me besó en la boca, notando el sabor que tenía, cosa que nunca había hecho pero que me encantó al notar en su lengua los restos de mi corrida. Nos seguimos besando un buen rato mientras comentábamos las “mejores jugadas”.

- Uf, cielo, me ha encantado cuando me has puesto a 4 patas y me has cogido del pelo –decía ella mientras me miraba a los ojos-. Nunca me había sentido tan dominada, tan… puta, y que me lo dijeras me ha puesto más caliente aun, eres un amante excepcional
- No cielo –le respondí yo-, la maestra en la cama eres tú, jamás había estado con una mujer tan buena y tan caliente. Y lo de llamarte puta, perdóname, nunca lo había hecho pero me ha salido de dentro, me parecía que era el momento perfecto para usar ese lenguaje, perdona si te ha molestado, la verdad es que no creo que seas un prostituta, sino una mujer caliente y fogosa… que folla como los ángeles, ¡¡si es que los ángeles follan!!
- Jajajajaja, no creo que los ángeles puedan follar, sin sexo es difícil, ¿no crees? Y no me ha molestado lo que me has llamado, al contrario, me ha puesto como una moto. Yo tampoco lo había hecho así nunca, pero ha sido de los mejores polvos de mi vida. Y el sabor de tu semen… uf, ha sido una pasada, no es un sabor agradable para una ensalada, pero en ese momento me ha parecido lo mejor del mundo, a partir de ahora intentaré probar más veces ese sabor… ¡a ver qué piensa mi marido de eso!

Nos besamos de nuevo, cuando acabamos me miró a los ojos y me dijo que aunque no quería tenía que marcharse. Su marido no estaba en casa, pero aun así al día siguiente tenía que madrugar para ir a trabajar. Le ofrecí ducharse en casa, pero me dijo que quería dormir con mi olor en su cuerpo. Nos despedimos en la puerta, le pedí su teléfono pero me dijo que ella ya tenía el mío y que me llamaría si volvía a quedarse sola. Cosa que no ha pasado… de momento.
Ni que decir tiene que al día siguiente no tenía ningún tipo de estrés ni tensión en el cuello o espalda… ¿sería por el masaje terapéutico o por el otro tipo de masaje?
FIN

P.S. gracias a tod@s los que me han leído y me manden sugerencias para mis próximos relatos. Todos los comentarios serán bien recibidos. Gracias a todos y sobre todo a todas, estoy abierto a vuestras experiencias. Sed felices siempre

Fdo. el_de_la_lengua

6/9/09

La Señora y la Mucama


Hola gente linda, soy Rodolfo, tengo 49 años, les quiero contar algunas de mis experiencias, y de paso ver si puedo repetirlas. Por lo cual les pido que al pie de esta publiquen mi dirección de correo electrónico. Esto me pasó ya hace 10 años, cuando yo tenía 39.
Soy productor de seguros desde hace más de 15 años, vivo y trabajo en La Plata, aunque también tengo clientes en otras localidades por lo cual viajo bastante. A fines de l999 por mi oficina apareció un señor de unos 60 años, de evidente muy buen nivel económico y cultural, a contratar un seguro para su automóvil recién sacado del concesionario, después de efectuada la operación me comentó que le interesaba contratar un seguro para su vivienda, pero que para eso vendría en otro momento o mandaría a su esposa porque ahora estaba apurado.
A los 3 días se presentó una señora muy elegante de buen cuerpo, pelirroja, que no aparentaba mas de 45 años, después supe que eran 53, quien se dijo ser la esposa de quien había asegurado tres días atrás el vehículo 0 km., venía para consultar por el seguro para su casa.
Luego de explicarle un rato todo lo concerniente al seguro, y de charlar sobre temas varios, al preguntar sobre la valuación de su vivienda y contenido me contestó que no tenía mucha idea de valores y me propuso que vaya a su domicilio para que yo calcule de acuerdo a mi experiencia en el tema; combinamos para ese mismo día después de las 15,30 hs.
A esa hora me encontré tocando el timbre en una hermosa casa de una costosa zona residencial, con mucho parque y con pileta, como era de suponer. Me atendió la mucama, una morocha con uniforme rosa que apenas podía contener sus formas muy generosas, por su acento deduje que era de una provincia, luego me enteré que de San Juan, me dijo que pasara que la señora me estaba esperando en la parte trasera de la casa. Pasamos por varios ambientes amplios y muy bien amoblados, y mientras yo sacaba cuentas mentalmente calculando valores para presupuestar el seguro llegamos a la parte trasera donde se encontraba la pileta. Me hizo sentar en un sillón de mimbre y me ofreció un refresco que acepté. Cuando la mucama se retiró apareció la señora desde los vestuarios que estaban a un costado, en ese momento olvidé la cuenta que estaba sacando, estaba con una salida de baño celeste que llevaba abierta, por su malla negra mojada y por su cabello rojizo también mojado se evidenciaba que recién había salido del agua. Perdí el aliento junto con el habla y apenas pude balbucear un saludo, no podía sacar la vista de ese cuerpo maduro pero espléndido por donde lo mirara, piel blanquísima, piernas largas perfectas, caderas que eran una invitación al contoneo, buena cintura, y hablar de su busto sería inútil porque nunca haría justicia al describirlo, era una diosa madura y sensual como no he visto otra, quizás con algún kilo de más, sin llegar a ser rellenita, como a mí me gustan. Emanaba sensualidad y simpatía, combinación explosiva para mis exaltados ratones. Empezamos conversando sobre el calor que estaba comenzando a instalarse aunque todavía no era verano, y entre otros temas me contó que tenía 2 hijas, mellizas de 24 años, ambas profesionales que vivían en Miami, donde su esposo, ejecutivo de una empresa multinacional, había trabajado durante cinco años, antes que lo trasladaran a la Argentina desde hacía casi un año. Luego fuimos al tema específico, en este caso el seguro de la vivienda.
Al rato estábamos dentro de la casa, anotador en mano, calculando valores en distintos ambientes cuando llegamos al dormitorio principal, en suite, se presentó la mucama, Clarita se llamaba, vestida con una remera de colores y una mini roja, que dejaba ver buena parte de sus muslos regordetes y tentadores, subida a unos tacos que estilizaban un poco su generosa figura.
- Señora me retiro, - le dijo a Virginia - luego del médico me voy ha hacer unas compras, vuelvo temprano.
- No te preocupes por la cena Clarita, acuérdate que hoy es Jueves y mi marido tiene la cena semanal en la Empresa, yo me preparo algo livianito, aprovecha para pasear y distraerte un poco - contestó Virginia.
Cuando se retiraba no pude evitar mirarle las piernas, y el trasero espectacular, al volver la vista Virginia se sonreía por mi expresión, por lo cual para escapar un poco a la situación comenté:
- Yo, si fuese mujer no tendría una mucama así en casa, sería una tentación para cualquier marido...
- Eso pensé yo, - me dijo desviando la vista - pero me equivoqué -
- ¿Como...? - dije, creí que había metido la pata, y sin pensar lo que decía pregunté: - no me diga que Ud. la contrató para que su esposo se entretenga ¿?-
- Para que se entretenga no, pero para que le despierte el indio sí - me contestó. Y por mi cara se dio cuenta de que no entendía nada, me hizo una seña para que me sentara sobre la inmensa cama, ella se sentó también y comenzó a contarme, como si fuese su confidente de siempre, que su marido tenia problemas desde hacía varios años, que ella suponía eran debido a las grandes presiones de su trabajo. Primero habían sido problemas de erección y ya en los últimos dos años, directamente ni lo intentaba - yo no podía creer que me estuviera contando eso a mí. Él, por machismo o por vergüenza no quería ver a un médico, y con el tiempo empezó a molestarse cada vez que ella le sacaba el tema de ver a un especialista. Y pensó, en su desesperación, que quizás motivándolo con otra mujer podría lograr algo, y por eso seleccionó y contrató a esta mucama sensual y provocativa, después se dio cuenta que era inútil su estrategia pero igual se quedó con ella.
Cuando seguía con su relato me miraba fijo a los ojos, yo transpiraba, a pesar del aire acondicionado, y sabía que estaba al palo, pero no podía bajar la vista ni cambiar de posición para disimular mi erección.
- Yo pensé que estaba haciendo lo correcto, ya que mi marido no quería enfrentar el problema traté de buscar una solución por las mías, yo soy una mujer que tiene sus necesidades...-
- Y nunca pensó en buscar otro tipo de solución... para Ud., digo - me escuché decir, totalmente jugado.
- Yo amo a mi marido, a sido mi único hombre - dijo bajando la vista con voz quebrada. Trágame tierra, pensé yo - Jamás se me cruzó la idea de tener sexo con otro... hasta hoy.
Y se abalanzo hacia mí dándome un beso que me tomó totalmente de sorpresa, puro fuego la señora, y yo leña seca. Me puso de espaldas contra la cama y me demostró que era verdad que hacía más de dos años que no tenía sexo.
No me daba respiro, me apretaba contra la cama y sus manos recorrían mi cuerpo sin darme margen de maniobrar mis manos. Cuando pude tomar un poco el control, comencé a sacarle, casi arrancarle la salida de baño, y le fui bajando la malla hasta liberarle esas tetas fabulosas que empecé a besar con lujuria, otra palabra no cabe para mi acción. Tenía unos pezones hermosos y duros, me metí uno en la boca y ella estalló en un orgasmo infernal, indescriptible, imparable. Cuando dejó de gritar y se calmó por unos segundos, de sus ojos color miel brotaban lágrimas, aproveché para terminar de bajarle la malla que tenía enrollada en su cintura.
Ver su rosado mechón de vellos, abrir sus muslos y meter mi lengua en su mojada vagina fue toda una sola acción, a la cual pareció resistirse... en principio. Murmuró algo como - no por favor... a mi nuncaaaa... me aaah... - luego estalló el segundo orgasmo de no sé cuantos se sucedieron esa tarde de desenfreno sexual. Literalmente casi me ahoga con la presión que ejercieron sus piernas sobre mi cabeza contra su pubis, cuando logré retirar mi cara que chorreaba sus deliciosos jugos pude ver sus ojos en blanco mientras me pedía, me gritaba, me ordenaba - cogeme..., por favor..., sino... te mato... - No era ni remotamente mi idea desobedecerle, tampoco estaba en condiciones de hacerlo, no sea cosa que cumpliera sus amenazas.
Me subí sobre ella, en la posición del misionero, mi miembro entró con cierta dificultad, no es nada del otro mundo solo 16 o 17 cm, y comencé, digo comenzamos a movernos rítmicamente en forma calma al principio, desenfrenada cada vez que llegaba y gritaba sus orgasmos. Otra vez calma, desenfrenada, calma, y así sucesivamente hasta que no pude contenerme más y largué toda mi leche en su interior y ahí sí... gritamos juntos. Quedamos abrazados, encastrados diría, totalmente mojados por la transpiración y nuestros jugos, y recién como a los 10 minutos pude reaccionar y liberarme un poco de ese divino cepo que formaban sus brazos y piernas. Parecía como si estuviera en trance, sus ojos semiabiertos al igual que su boca, al liberarme de sus extremidades estas fueron quedando como inertes, sin sensibilidad, sin vida.
Me paré al pié de la revuelta y mojada cama y busqué con mi mirada la puerta del baño, que estaba a escasos metros. Movió un poco su cabeza en dirección a mí y sin mover mucho sus labios la escuché decir:
- Por favor no te vayas...
- Ni pienso - dije yo - solo quiero ir al baño un momento, y seguimos hablando del seguro... entre otras cosas...
Cuando regresé del baño comenzó la segunda parte de nuestro primer encuentro, más calmados los dos, hicimos el amor con mil caricias, descubriéndonos mutuamente nuestros lugares más sensibles, los de ellas eran todo su cuerpo, diciéndonos palabras dulces, alguna que otra palabrota pero con cierta dosis de respeto, y sobre todo con mucha ternura, pasión y dulzura. Me contó que su marido jamás le había hecho sexo oral, ni ella a él, y tampoco se hubiese animado a pedirle ninguna de las dos cosas, de sexo anal ni hablar. Masturbación, juego previo?, que era todo eso?
- Si me permite, yo le puedo enseñar algo de lo que sé - dije modestamente.
- Con lo que hicimos hoy aprendí más que en 28 años de matrimonio, en lo que respecta a sexo por supuesto. No voy a perder tiempo lamentándome por lo que no fue, no sirve de nada, pero a partir de hoy voy a tratar de no perderme de nada más..., y vos me vas a ayudar - dijo con decisión.
Nuestra relación se fue haciendo bastante regular, yo la visitaba los Jueves en principio, ella se deshacía de la mucama y su marido cenaba fuera ese día.
Aparte de nuestra relación, comenzó a recomendarme a gente conocida y en poco tiempo aumenté considerablemente mi cartera de seguros con clientes de muy buen nivel económico.
Después comenzó a "visitarme" algún día en la oficina donde tengo un reservado con un sofá cama, lo cual me gustaba y halagaba muchísimo, pero me preocupaba no poder rendir con mi mujer en casa, por suerte nunca ocurrió. Me fui enterando de ciertas situaciones de su vida y de su casa. Como al mes, una tarde me contó que Clarita, la mucama estaba embarazada de tres meses, que su novio que era marinero y estaba embarcado ni se había enterado, y que posiblemente de acuerdo a los dichos de Clarita, cuando se enterara seguramente no se iba a querer hacer cargo. Mi comentario fue que era una lástima porque parecía una chica muy buena, aparte de ESTAR MUY BUENA, y que con sus condiciones personales podía hacer feliz a cualquier hombre y a cualquier... mujer. Me miró como si hubiese dicho una locura pero inmediatamente cambió de expresión y me preguntó:
- Vos me querés decir que podría satisfacer... por ejemplo... mis deseos -
- No, eso lo dijo Ud. - yo nunca la tuteaba, por las dudas - pero ya que lo menciona me parece que sería una competidora muy difícil de vencer por mí - dije y cuando terminé la última palabra me di cuenta que lo dicho jugaba en mi contra.
- Jamás se me cruzó la idea de hacer el amor con una mujer - dijo entre pensativa y sorprendida.
- Jamás de me cruzó la idea de tener sexo con otro... - le recordé sus propias palabras con las que habíamos iniciado nuestra primera y lujuriosa jornada de sexo.
Pasaron 10 días aproximadamente y una tarde se apareció por mi oficina con una sonrisa pícara, que yo confundí en principio con sus intenciones de usar el sofá cama (que también las tenía, y las cumplió después), y me comentó que el día anterior Clarita se había sentido un poco de malestar y fue al médico que le recomendó reposo por lo cual ella la obligó a acostarse. Virginia se encargó de llevar a Clarita al cuarto de ésta y la ayudó a desvestirse, luego la llevó hasta el baño y también la ayudó a refrescarse un poco, estábamos ya en pleno verano, pasándole una esponja por ese moreno y sensual cuerpo, luego la secó y ayudó a poner un breve baby doll para acostarse. El roce de su piel, el contraste de sus tonos, la visión de sus hinchados senos, grandes de por sí, la dureza de sus pezones, mezclados con los suspiros y las miradas sensuales que le dedicó Clarita, por primera vez y debido a lo erótico de la situación, la llevaron a que una vez terminada la "ayuda" saliera corriendo a su propio dormitorio y se masturbara por primera vez en su vida, y encima motivada por una mujer, acabando infinidad de veces, era sin saberlo multiorgasmica.
Esa misma noche después de retirarle la cena que ella misma le llevó hasta su cama para que comiera sin dejar de hacer reposo, le acomodó un poco la cama y disimulada e intencionalmente le tocó sus senos al alisar las sábanas, con lo cual Clarita lanzó un profundo suspiro y le comentó:
- Sabe señora Virginia como extraño a mi novio... yo nunca he pasado tanto tiempo sin alguien que me haga sentir de todo...
- Pero Clarita - dijo Virginia sorprendida - no hace tanto tiempo que la pasaste bastante bien, las pruebas están a la vista - y le acaricio el vientre, por sobre el corto y transparente camisón, que ya delataba su reciente embarazo, hasta donde comenzaba su frondoso pubis, lo cual hizo cerrar los ojos a la morocha.
- Claro señora, por eso le digo, hace ya dos meses que el Osvaldo se embarcó y encima no sabe que estoy encinta
- Yo estuve años sin sexo, y no me di cuenta - pensó Virginia.
- Decime Clarita, - preguntó en tono confidente - a que edad empezaste a tener relaciones... -
- Con hombres a los 15, pero con una amiga ya nos tocábamos desde los 12 - dijo como si nada.
- Tuviste relaciones con mujeres hasta los 15 años? - dijo incrédula.
- No señora, a partir de los 12 y cada vez que pude, que han sido muchas, para mí las mujeres son diferentes a los hombres, son más suaves, más tiernas para hacer el amor, la mayoría de los hombres solo quieren acabar y después chau, en cambio entre mujeres nos entendemos mejor, aunque una buena pija no la cambio por nada del mundo - filosofó como si estuviera charlando con su mejor amiga.
La expresión de Virginia, me la imagino con sus grandes ojos dorados abiertos como soles y su sensual boca abierta de asombro que deben de haber traído a la realidad a Clarita que encogiéndose en la cama dijo:
- Señora... por favor discúlpeme, no quise ofenderla con lo que le conté, no se ponga mal, que va a pensar Ud. de mí ahora -
- No Clarita - dijo reaccionando - al contrario me has ayudado a conocer más de la vida - de la que me estuve perdiendo, pensó - no me ofendiste para nada. Y lo que pienso ahora de vos es que sos una mujer sincera, conmigo pero sobre todo con vos... con tus deseos, y si me lo permites voy a hacer lo mismo con los míos... -
Dicho esto le besó los labios, primero con delicadeza, pero pasada la sorpresa de Clarita que se quedó dura en principio, ambas se trenzaron en una apasionado beso que incluyó una mutua exploración de sus senos, que aunque de corta duración dejó a ambas muy excitadas.
Virginia, más consiente, se fue separando de la morocha que pedía más a través de sus ojazos negros y de su expresión de deseo.
- Cuando estés mejor vamos seguir - dijo Virginia dándole un breve piquito y saliendo de la habitación, por supuesto que derecho a masturbarse nuevamente.
Semejante relato me dejó más excitado que nunca, no podía creer lo que había escuchado de boca de Virginia, aquella dama que hasta no hacía más que de 2 meses jamás había pensado en tener sexo con nadie más que su esposo. Ella estaba tan excitada como yo o más, el sofá de mi reservado fue el mudo testigo de nuestra calentura infernal, y de su culminación en 2 polvos de mi parte e infinidad de ella.
Como a la semana, ya recuperada Clarita de su malestar, fue el gran debut de Virginia con una mujer, los detalles sobran, la morocha le enseñó el Kamasutra femenino y 2 o 3 obras eróticas más todo junto en una sola sesión, de más de 3 horas de duración, le mostró como chuparse mutuamente, acariciarse, lamerse todo en cuerpo, frotarse pubis contra pubis, tetas contra tetas.
Me contó con lujo de detalles todas las caricias que se prodigaron mutuamente, el sabor de los jugos de vagina, el sabor de su piel morena, la habilidad de la lengua experta de Clarita le despertó sensaciones desconocidas, inimaginables, maravillosas.
Virginia me lo contaba y se le llenaban los ojos de lágrimas, y los muslos de jugo como me lo demostró después, yo me moría de ganas y de envidia.
Primero nos sacamos las ganas mutuamente, nos dimos con todo. Y cuando estábamos ya rendidos acariciándonos ambos le digo:
- Creo que esta nueva relación suya me va a perjudicar un poco, ya no voy a ser el único que calme sus deseos, el único dueño de su cuerpo, de sus fantasías sexuales, de sus sueños eróticos, de sus...

– Rodolfo, amor... , estás celoso - se sonreía de forma pícara y burlona a la vez , vos tenés la culpa de absolutamente todo lo que está pasando en mi vida sexual desde hace dos meses y te juro que te lo voy a agradecer siempre - dijo con la cara iluminada por esos dos faroles dorados que tiene como ojos - cambiaste mi forma de vivir, de disfrutar y hasta de ver las cosas, pero.... ¿ en serio estás celoso? -
- Celoso... y envidioso... - dije poniendo cara de víctima -
- Celoso de Clarita, ¿y envidioso porqué? - preguntó con picardía -
- Envidioso por Ud. porqué estuvo con Clarita.
- Ya me parecía que le tenías muchas ganas, - dijo en una carcajada inusual en ella - te tengo preparada una sorpresa con respecto a eso... y si te portas bien te la cuento - pude escucharle decir una vez repuesta de su carcajada -
- Yo siempre me porto bien, ¿o tiene alguna queja que presentar? bromeé intrigado -
- Bueno te cuento..., pero no sé como lo vas a tomar...- seguía con su tono de picardía- el tema es que Clarita me comentó que sigue extrañando, y mucho, el sexo con los hombres. Desde que su novio se embarcó no ha tenido sexo con nadie, excepto conmigo -dijo sonrojándose - y tiene miedo de buscar otro hombre para tener solo sexo, es por su estado, ella dice que la pueden rechazar justamente por verla embarazada cosa que se le nota bastante, y que en caso de encontrar con quien hacerlo le ronda el temor de perjudicar el bebé en el acto sexual, entonces yo ...
- Pero como la van a rechazar...- interrumpí con mis ratones a mil - si en ese estado está mejor que antes, que ya es mucho decir. Además tendría que saber, aunque ella es primeriza - reflexioné - que durante el embarazo se puede tener una vida sexual normal y hasta mejor ya que el cuerpo está mas sensible...y ... Ud. se lo tendría que haber explicado...
- Yo durante el embarazo de mis hijas casi no tuve sexo, llámalo tabú, miedo, pero a esta altura estoy convencida que fue solo ignorancia, mía, de los médicos que me atendieron y que no me supieron aconsejar, pero sobre todo de mi marido que tenía pánico, y creo que hasta cierta repulsión de hacer el amor conmigo en ese estado. Pero como vos decías, el cuerpo está mas sensible, ahora que recuerdo estaba en un continuo estado de excitación - recordó arqueando sus finas cejas-.
- En esa época - dije sin pensar que la podría estar tratando de vieja - se podía aceptar ese pensamiento pero hoy no.
- Bueno... bueno... que no fue hace tanto - coqueta, respondió la señora - . Siguiendo con la sorpresa, y después de escucharte y ver tu expresión, me imagino como lo vas a tomar... Lo que yo te quería sugerir... es que...eee...
- ¿Que yo atienda a Clarita? - pregunté entre sorprendido y excitado (excitado es una palabra que apenas refleja mi actitud de entonces) - ¿Ud. me está sugiriendo que yo le haga el amor a su mucama? - repregunté.
- Bueno... yo pensé... que a vos te podía agradar ...- dijo medio asustada de mi reacción, creo que confundió mi calentura con enojo - Pero si vos no quieres... discúlpame...
- Como no voy a querer? - mi amplia sonrisa reveló mi verdadero estado - el tema es si ella quiere. Y la otra gran incógnita es: ¿Cómo se le ocurrió esta idea? que desde ya agradezco mucho, pero yo...
- Yo... nada. Si te agrada la idea, y por lo visto sí - dijo mirando mi erección que no podía disimular - tenés el campo sembrado... Clarita me insinuó, y tuve que admitirlo, que conocía de nuestra relación, y después en tono de confidencias me dijo: - tiene usted muchísima suerte de haber encontrado un buen macho como el señor Rodolfo - te gusta...? le pregunté - y sííí... , pero no lo voy a mirar más ahora que sé que es suyo... yo le respondí entre asombrada y risueña : quizás un día te lo preste .-
La conversación se cortó ahí porque la llamaron a su celular. Era su marido que le decía que había invitado a cenar a un directivo de su compañía que había llegado del exterior con su señora. Después de reprocharle un rato, como hacen todas las esposas, por el poco tiempo (3 horas) que tenía para preparar la cena, y prepararse ella, accedió y salió como disparada de mi oficina a atender sus obligaciones de anfitriona, no sin antes despedirse con un apasionado beso y la promesa, o sentencia?, de seguir hablando del tema.
Al otro día, cerca de mediodía, me llamó por teléfono y me comentó que con su marido y la pareja con la que habían cenado la noche anterior se iban a Punta del Este por tres días a un evento, aburridísimo según sus palabras, que había organizado la multinacional para la cual trabajaban su marido y el hombre venido del exterior. Y me pedía que pase por su casa para ver como andaba todo... especialmente Clarita que se iba a quedar sola... en su estado... . Que ella ya le había avisado que yo iba a pasar... por sí necesitaba algo... Me mando un beso y cortó.
Me quedé como media hora con el teléfono en la mano. Pensando, es una forma de decir, excitado, confundido, sin saber si era un regalo del cielo... o del infierno... . La alarma de mi reloj me sacó de ese estado recordándome una entrevista muy importante que tenía. Ese día no pude concentrarme más en el tema. Me decía a mi mismo que no tenía porque ir... que después de todo...

Al otro día, Viernes, a la mañana no se me cruzó una sola vez el tema... Pero a las 3 de la tarde me encontré llamando a la puerta de la casa de Virginia para ver si Clarita necesitaba algo... . Clarita apareció con su ajustado, más ahora, uniforme rosa saludándome me hizo pasar y cuando cerró la puerta se quedó mirándome con esos ojazos negros quise empezar a decir algo como:
- Me dijo la señora Virginia que... - y ella avanzó hacia mí, y poniendo su cuerpo a centímetros del mío dijo:
- A mi también me dijo... - al momento en que se ponía de puntas de pie y me daba un
beso... suave pero ardiente, y volcaba su voluptuoso cuerpo sobre el mío.

Por supuesto que no le pregunté que es lo que le había dicho la señora Virgina... pero me lo imaginé.
Me tomó de la mano y me condujo hasta su pequeño departamento de servicio que se encontraba separado de la casa principal junto a los vestuarios de la pileta de natación, allí parados junto a su cama y sin quitarme sus negros ojos de encima se quitó su uniforme rosa para quedar con un conjunto de bombacha y corpiño blanco digno de la más sensual de las modelos de lencería internacional, el contraste de su piel cobriza con el blanco satinado de su conjunto remarcaba la voluptuosidad de sus generosas formas, su redondeado vientre y sus senos más generosos que de costumbre debido a su estado de gravidez hubieran dado letra a Jorge Amado para escribir casi una novela completa...
Yo me quedé mudo y totalmente inmóvil, solo mi pene parecía reaccionar, quizás despertado por el zapateo de mis ratones. Ella, dueña total de la situación, me sacó mi remera, desprendió y bajó el cierre de mis pantalones, y me ayudó a sacarlos para quedar en solo con el slip que por supuesto no servía para tapar la erección de mi miembro que apuntaba hacia la morocha. Me abrazó apasionadamente y fuimos cayendo lentamente en su cama fundidos en un beso que parecía ser dado con el cuerpo entero de ambos.
Lo que siguió fue... ¿como describirlo? Sabia en el arte del sexo, Clarita me fue guiando muy sutilmente hacia sus preferencias, habiendo desaparecido nuestras ropas íntimas durante una mutua exploración, eterna y exquisita por cierto, saboree sus enormes pechos de pezones obscuros, duros y deliciosos, provocándole sus primeros orgasmos. Besé y lamí mil veces cada milímetro de su sensible cuerpo, dejando un solo lugar sin tocar... su vulva de la cual emanaba un aroma fuerte, salvaje, inconfundible... el de hembra en celo.
Conocedora de su cuerpo, de sus puntos más sensitivos, Clarita ronroneaba y suspiraba más fuerte cuando salteaba su cueva, hasta que casi al borde de mi propio orgasmo por culpa de tanta sensualidad y buscando una posición cómoda iniciamos un 69 que duró... segundos, tal era nuestra mutua calentura. Bebimos mutuamente nuestros jugos, el sabor de los suyos fue una sorpresa para mí, una delicia, un manjar jamás repetido en otras intimidades. Los dos seguimos sorbiéndonos como ignorando nuestros mutuos orgasmos, mi miembro apenas aflojó su rigidez unos segundos para erguirse más que antes... Ella acabó dos o tres veces más antes de pedirme, suplicarme, ordenarme...
- Por favor Rodolfo... lo necesito adentro... POR FAVOR...
Levantando una de las almohadas que habían caído al piso, se la coloque bajo su cintura y levanté sus piernas sobre mis hombros, con mucha delicadeza quise introducir mi pene pero... desapareció como absorbido por su vagina en un movimiento reflejo, reflejo de su hambre de verga, mis manos aprisionaban lo que podían de sus hermosos senos mientras las suyas golpeaban la cama con las palmas abiertas y su cabeza iba de un lugar a otro gritando cosas incoherentes y otras no tanto mientras acababa en forma ininterrumpida.
- Síííííí... esooooo... mássssss... - Fueron algunas de las palabras que entendí.
Habiendo eyaculado en su boca recientemente, no tenía inconvenientes en bombear por un rato largo. Cambiamos de posición primero hicimos la cucharita, y luego la del perrito, en la con una mano acariciaba sus pechos colgantes y con la otra masajeaba su hinchado vientre hasta su pubis, lo que provocaba unas sensaciones totalmente electrizantes para ambos; cuando mis dedos llegaban hasta su clítoris sus gemidos se multiplicaban...
¿Que no hicimos aquella tarde? ... creo que todo, incluyendo sexo anal, otro de sus preferidos... bah, en realidad todo le gustaba y mucho.
Cuando me retiré de la casa ya estaba anocheciendo, al despedirnos Clarita no paraba de agradecerme, aunque era yo quien tenia que agradecer a la Providencia y a Virginia por haberme permitido gozar de una hembra semejante, jamás conocí una mujer tan completa en lo relativo al sexo. Dándome una importancia, que no la merecía, le digo con tono canchero:
- Por mi parte gracias también... pero a quien tendrías que agradecer es a tu patrona...
- Algo se me va a ocurrir cuando la señora vuelva... - dijo poniendo cara de pícara, más
pícara digo, y con una sonrisa que desapareció solo cuando cerró la puerta.
Esa fue la última mención o insinuación por parte de ambas referida a la relación que ambas estaban llevando, y por cierto siguen llevando.
A partir de ese día, y con la vuelta de Virginia de Punta del Este, la visita a Clarita los Martes y a Virginia los Jueves se convirtió en una rutina, gloriosa rutina, a la cual se le sumó otra rutina que era la de visitarme en mi oficina en alguna de mis tardes libre para pasar por el sofá cama de mi reservado, rutina que cumplía cualquiera de las dos indistintamente y en la que curiosamente nunca se encontraron...
Cuando Clarita promediaba su séptimo mes de embarazo volvió Osvaldo de su largo viaje por ultramar, quien contrariamente a lo supuesto se convirtió en el hombre más feliz del mundo al enterarse que iba a ser padre, felicidad que se demostró al proponerle casamiento a Clarita para después que nazca el bebé y cuando pudiera conseguir un trabajo estable en tierra. Pero a pesar de que Clarita le insistió para que vivieran juntos desde ese momento, se negó argumentando que no sabía si podía contenerse de tener sexo en su estado, que no se podía, si supiera... Ella le insistió y le comentó que el médico le había dicho que no había problemas, que era todo tabú, que etc, etc. Pero nada, el siguió en su creencia y yo con mi bendita rutina que duró hasta la misma semana del parto.
Y llegó el bebé, un robusto nene con la piel de su madre y los atributos de su padre. Fui a visitarla luego del parto y con gran sorpresa me enteré que al precioso niño coincidentemente lo iban a llamar... Rodolfo, porqué ese era el nombre que le gustaba a la madre.
En la misma visita me encontré con el esposo de Virginia con quien tenía muy buena relación, no tanto como con su mujer..., quien luego de elogiar al recién nacido me invitó a tomar un trago para charlar un rato. Ahí fue donde me contó algunas cosas que me borraron la alegría que tenía momentos antes. Me confesó que estaba en negociaciones con la empresa en la cual trabajaba para lograr su retiro, y que con el dinero que recibiría, una cifra impresionante supongo, y con los ahorros y rentas que ya poseía podría retirarse definitivamente e irse a vivir a Miami donde residían sus hijas mellizas, por supuesto con su esposa... Virginia.
Para completar mi desdicha me contó un secreto: como regalo de nacimiento... pensaba llevarse a Clarita y Osvaldo a trabajar con ellos a Miami, previo casamiento, por supuesto. - - La chica - dijo haciendo un gesto de aprobación - resultó muy buena, a pesar de en un primer momento parecía un tiro al aire. Y Osvaldo parece buen muchacho, trabajador y serio.
Al día siguiente yo no podía reaccionar, toda mi dicha sexual se esfumaba de golpe, de golpe se iban las dos hembras más apetecibles, más voluptuosas, más dispuestas, más compinches, con las que había pasado recientemente mis mejores experiencias de amistad sexual; y se iban juntas...
Virginia me fue a visitar a la oficina el día siguiente por la tarde, no se sorprendió de verme triste. Me contó que su marido le había comentado sobre nuestro encuentro del día anterior, y me confesó que hacía más de dos semanas que habían decidido lo de irse a Miami, pero que no me lo contó para que no me pusiera mal, como ahora lo estaba. También me contó que su marido estaba dispuesto a iniciar un tratamiento para recobrar su virilidad y que ya tenía los datos del mejor especialista de EEUU. Y que ella lo iba a ayudar todo lo posible para que se recuperara lo antes posible.
- Yo ahora, soy la parte más interesada, ya no voy a poder recurrir a vos... solo a Clarita - agregó mencionando después de tanto tiempo su relación con la muchacha.
No podía reaccionar por la tristeza que me invadía, pero Virginia se encargó de alegrarme, por lo menos por esa tarde...
Ella misma puso llave a la oficina y cuando llegó al reservado ya le quedaban muy pocas prendas puestas. Fue la despedida, toda la tarde me demostró lo mucho que había aprendido en estos felices meses desde que descubrió el SEXO, lo que aprendió de mí no tenía casi importancia comparado con lo que le había enseñado Clarita, su maestra. Fueron más de cuatro horas de lo más sensual que he vivido, caricias, besos, lamidas, penetración, podría decir que eyaculé solo dos veces, pero aunque no hubiese eyaculado ninguna, fue un orgasmo de más de cuatro horas.
A los dos días se fue sola a Miami para acondicionar la casa que ya poseían allá, su marido se quedó para terminar con todas sus obligaciones aquí, y a los diez días viajo junto con Clarita, Osvaldo y el pequeño Rodolfito, todos muy felices con sus nuevas vidas.
Con Virginia nos conectamos muy seguido por Internet, chateamos y me envía emails contándome sobre los progresos sexuales de su marido, la vida junto a sus hijas y Rodolfito, y su relación con Clarita a quien enseño algo sobre Internet gracias a lo cual ya me envió un par de emails muy excitantes por cierto.
No puedo vivir esperanzado en que ellas vuelvan para estos pagos, y creo que ni remotamente figura en sus planes, solo me consuela la idea de encontrar alguna mujer con las características de ellas, no físicas ni sociales (aunque se puede dar), sino con la sensualidad y el deseo de pasarla bien, de disfrutar del sexo y de la amistad como debe de ser: con respeto.
Si alguna dama le interesa y desea comunicarse conmigo lo puede hacer a mi email
Gracias y cariños para todos. Rodolfo

Rodo50 (rodolgon1960@hotmail.com)

15/11/08

El Cilindro

La espuma que la trajinera iba dejando a su paso esclareció mi certeza que las tres,
hijas de las aguas de Amsterdam, Xochimilco y Venecia,
sabíamos que existe un canal que debe cruzarse en gozosos días de fiesta.

Antonella di Agrento Las herederas de Afrodita




Rowena Cittali (2000)

Al volver al hotel después de todo un día de tiendas y museos, nos apresuramos a tomar una ducha para luego abrir bolsas y envoltorios. En realidad teníamos menos interés en los vestidos de gasa estampada o en el par de botines o en el body recién adquiridos, que en el carísimo y enorme vibrador transparente de diseño y tecnología más avanzados. Hasta su nombre propio era largo: Super Point G. The Bigest Master. Lo último en estimulación del placer femenino, prometía en suave holandés la tapa de la caja. En cuanto lo descubrimos en un sex-shop dos cuadras arriba me sugirió que lo comprase, sin importar el precio, que ya luego haríamos cuentas para compartir el gasto.

Se lo alcancé para que lo sacara de su empaque y lo lavásemos antes de ponerle las baterías. Zumbaba en 5 distintas velocidades, cada una más intensa que la otra, y no hacía casi ningún ruido. En la palma producía un alegre hormigueo. Le pedí que lo probáramos, que estaba excitada y para demostrárselo deslicé su mano por mis labios inferiores, y la sacó empapada en jugo. Se chupó los dedos.

Con mi tono más sensual susurré que le daría el honor de inaugurarlo y que por esta vez lo estrenaríamos en su culo. Contestó que estaba completamente loca, que jamás lo había hecho por detrás, que ni en estado etílico o soñando accedería. Persistí vehemente, acariciándole las mejillas y desesperándole con cientos de besos en los lóbulos y en el cuello. Que no, que no había forma de convencerle. Ni aunque me pagaras.

Que me dejara de juegos. Que no, rezongaba, que sería doloroso, insistía, y que además le estaba ganando el cansancio. Dije que no me alzara la voz, que de ninguna manera íbamos a dormir con esa calentura, que entonces para que lo habíamos comprado y machaqué obcecada y me empeciné hasta doblegar en media hora su débil resistencia.

Feliz le anuncié que sería una experiencia sensacional, que recordara aquella película triple equis que tanto nos excitó, en la que dos chicas lo hacían así, que le iba a dar un placer inmenso porque, como sabíamos, el ano era el sitio sensible por excelencia, que me emocionaba hacérselo de ese modo para variar, al tiempo que se iba colocando en cuatro, hundiendo la despeinada cabeza entre las almohadas. Te advierto que si me lastima no vuelvo a dirigirte la palabra en todo el viaje, reclamó con temor, pero también con deseos que se hacían notar en la humedad de la sábana.

Con ambas manos separé el sabroso meridiano de sus nalgas y lamí como una gata aquel hoyito maravillosamente aterciopelado y virgen hasta que su deleite llenó el cuarto de suspiros. No vayas a venirte, le ordené, apenas estamos empezando. Introduje un dedo embarrado en vaselina y después otro. A merced de mi esmero fue distendiéndose el esfínter, anticipando la intromisión del cilindro translúcido de tersa punta roma.

Di un largo masaje a su culito y le arranqué más de un gemido. Estábamos muy calientes y nuestra lubricación se extendía ya por la blancura de algodón. Encendí el vibrador en la primera velocidad y la lujosa cabecita entró suavemente y con relativa dificultad. Me duele, gruñó, mejor hagámoslo en tu culo. Contesté que no, que ya iba por la mitad, que aspirara profundo, que se relajara, que aflojara más las nalgas, y seguí empujando.

A esas alturas del partido no se me iba a echar para atrás. Me incomoda, sácalo un poco. Lo hice, pero sólo para ponerle más vaselina y casi se escapa de mis manos. Su culo abierto era la negra letra O de un sueño erótico. Un orificio tan apetitoso y suculento como muchas veces había comentado que es el mío. Volví a invadirle con cuidado entre aquellas elevadas protuberancias que clamaban al cielo raso, y para apaciguar mi ardor trepé a su espalda y unté mi clítoris sobre su piel sedosa y transpirada. Eso le encendió más. Desde arriba la vista era soberbia.

Aumenté al 3 la velocidad y lo clavé casi entero. Ahí sí gritó, no sé si de dolor o de lujuria o de ambas cosas, pero no cambió su felina posición en lo absoluto. La incomodidad es lo de menos, lo importante es que lo disfrutes, gózalo, yo alcanzo a recibir su cosquilleo. Ya entró todo, mentí, ya ves cómo la sensación es deliciosa, repetí varias veces resbalando por la pendiente mojada de su espalda.

Durante un rato se lo dejé dentro, zumbando como una abeja inmóvil, para que se acostumbrara a su diámetro y largura mientras con mi propia lubricación mezclada con pericia en vaselina le acariciaba sus pezones. Le llevé hacia atrás un brazo hasta que su palma y sus dedos alcanzaron mi clítoris. También yo resollaba. El ronroneo era rico y seguramente también lo sería la vibración ahí empalada. Presioné más sobre los pocos centímetros que faltaban y cambié al número 5 la potencia de nuestro Super Point G. The Bigest Master.

De acuerdo con el instructivo, esa era la velocidad en la que el extremo del aparato iba a rotar en sentido contrario al de la base, que apenas asomaba entre sus nalgas, produciendo una sensación extraordinaria. Empecé a sacarlo y a meterlo y seguí deslizándome en su espalda que escurría. El objeto iba cambiando a un viscoso color amarronado conforme bombeaba. Dime que te enloquece tanto como a mi, pídeme que no pare esta delectante sodomía. La voz ya era un quejido, pero no me iba a detener hasta que simultáneamente llegáramos al clímax.

En contra de la costumbre, me vine primero y aunque me temblaban las piernas seguí meciéndome en búsqueda del siguiente orgasmo. Me rogó que lo sacara, y que por favor le acariciara. Exhausta, me apiadé. Bajé de su espalda y sin extraer de su albergue la deliciosa fuente del zumbido, me acomodé bajo sus piernas y metí toda su verga en mi boca. Casi de inmediato y escatimándome el placer de succionarlo arrojó chorros cálidos y espesos que absorbí, relamiendo lo que había alcanzado a salírseme a las comisuras.

Ahora si, por favor sácalo. Lo jalé hacia fuera e hizo un grato sonido de succión. ¿Ves que rico se siente? ¿Has visto cómo te pusiste de cachondo?, así siento yo también cuando me enculas. Te toca lavarlo a ti, añadí más sosegada. Me duele y me arde, seguía repitiendo monotemático después de que fue al baño, emperrado porque ya apagué la luz y estoy tapada simulando dormir y él quiere festejar cogiéndome por delante y por atrás con el cilindro. La tiene otra vez dura. No sé que se piensa, ni que estuviera loca. Además con lo tarde que es y el cansancio y el sueño que me ha entrado.



28/9/08

El Beso.


Una brisa entró por la ventana y el batir de las suaves cortinas sobre mí, hicieron que me despertara de mi sueño. Allí estaba sola sobre mi cama tumbada boca abajo con mi desnudez. Permanecí observando mí cuerpo reflejado en el gran espejo de la habitación, que mostraba mi contorno desnudo sobre las sabanas blancas, desperezándome en el amanecer.

Aquella brisa que invadió la habitación cargándola de calor hizo que una extraña sensación se apoderara de mí. Alguien estaba retirando mi cabello suavemente, mientras yo aún seguía postrada sobre la cama. Aquel extraño beso sobre el pelo, introduciendo con suavidad su aliento entre mi cabello. Aquel beso que me estremeció, que siguió por mi nuca despacio, bajando con aquella sutileza e hizo que mi cuerpo se estremeciera. Su aliento se postraba sobre mi cuello, y sentía aquella lengua buscando el sabor de mi piel, estaba en un estado de inmovilidad total, miré para el espejo y allí estaba yo, sola con mi desnudez.

Cerré los ojos y aquel beso seguía el curso de mi cuerpo, por la espalda, parándose en cada poro, no tenía prisa, la lengua jugueteaba por ella, buscando cada instante mío, cada sensación que sabía que me estremecía. Era como si me conociera, recorría mi columna con placer, se detenía una y otra vez, para mezclar sus besos con las caricias de sus labios, embadurnando mi piel con su lengua, no tenía prisa. Siguió con su beso hasta llegar al ombligo de mis nalgas, sin yo saber que decisión iba a tomar. Su lengua hacía un círculo constante sobre él, para mi mayor excitación. Retornó su viaje con aquella lentitud desesperante en cada centímetro, bajando por las laderas de las nalgas para introducirse en el interior de uno de mis excitados muslos, aquel beso que parecía no tener fin, no paraba.

Siguió aquel recorrido alocado dejando mis muslos deseosos de aquellos besos para proseguir por la pierna, llegando hasta mis pies. Me miré de nuevo al espejo, quería verlo, pero no estaba, sólo me veía a mí, jugando con mis deseosos dedos en la boca, sintiendo cada segundo de aquel amanecer.

Sus labios y besos jugueteaban con los dedos de uno de mis pies, la humedad de su lengua, introduciéndolos entre ellos, uno a uno, descubriendo en cada uno una nueva sensación. Cada dedo era un placer diferente, cada beso una sacudida, mi cuerpo se estremecía cada vez más, mi sexo se empapaba de visiones.

De unos dedos del pie se pasó a los otros, era increíble y fascinante la sensación de empezar de nuevo, los besos, su humedad en ellos, la frialdad de su lengua, hacían que mí cuerpo se agitara cada vez más. Volvió a deleitarse en cada uno de ellos, la lengua se recreaba con el contorno de cada dedo, introduciendo con pinceladas maestras entre ellos la punta de su lengua. Empezó a remontar de nuevo con su lentitud por mí excitado cuerpo, mis labios me comían a mi misma, mi lengua se paseaba por mi dedo, me observaba en el espejo, y me veía ahí con mi cara de placer, aquel goce desenfrenado sobre las sabanas que me hacía retorcer sobre ellas para entregarme a aquellos besos.

Seguía subiendo rozando sólo con la punta de su lengua sobre mi excitada piel. Se introdujo sobre el interior de mi otro muslo, mis nalgas se convulsionaban al sentirla tan próxima, se abrían y cerraban en un extraño movimiento mío como si quisiera indicarle el camino de mi cuerpo. Se paró otra vez en una de mis nalgas, mordisqueo con sus labios, me endulzó con su lengua, dejando que su aliento se introdujera en medio de mis nalgas, y siguió subiendo.

Mi cuerpo se convulsionaba de placer, cada centímetro de su recorrido era una sensación nueva, mis labios eran mojados con mi lengua por aquella satisfacción, mis dedos jugaban entre mis labios, buscando el interior de mi boca aún más sensaciones, mientras me observaba en el espejo, en aquella soledad desenfrenada.

Llegó a mi cabello de nuevo, aquel placer sin prisas, aquella locura en la madrugada y le quise dar todo, me giré el cuerpo para darle la otra parte de mi ser.

Quise mirarle, pero sus labios cerraron mis ojos. Sus besos no paraban, era un sin fin de deseos en mí. Sus sinuosos labios rozaron los míos, pasó por mi garganta tan despacio que contuve la respiración y ahora se acercaba a mis pechos, aquellos giros sin prisas sobre el contorno de ellos; fue tal la sensación que creí que me iban a estallar de tanto placer. Me observaba en el espejo, veía como parecían unos volcanes a punto de reventar, los pezones empujados a la locura, erguidos como jamás los había visto, al sentir aquellos labios posados sobre uno de ellos, su lengua jugando con mi areola, recorriendo dulcemente con su humedad cada milímetro de tal dulce placer, para después amamantarse y saciarse de mi pezón, repitiendo acto seguido lo mismo con mi otro pecho.

Era la locura del amanecer, mi cuerpo seguía postrado sobre aquellas sabanas empapadas de placer, el beso se desprendió de mis pezones para seguir su recorrido, aquel por donde iba dejando sus huellas de tal seducción. Ahora vagaba a mis costados, la sensibilidad que llevaba en su caminar sobre mi piel, me estremecía.

Se aproximaba a mi parte más codiciada, una de mis piernas se recostó sobre la sabana para dejar llegar aquel soplo de besos húmedos sobre mi sexo. No había prisa, pero lo llamaba con mis movimientos, me miraba al espejo y veía mi cara desencajada de tanta excitación, apretando con tanta fuerza en mí uno de mis puños, que mis uñas se clavaban en la palma de la mano.

Se acercó con su maravillosa fuerza sobre mi sexo, mi pequeño bosque entresortijado le recibía, noté como un pequeño hilo de mi humedad salía de mi interior bajando por mis muslos. Quería embriagar aquellos besos de mi humedad, sosegar su sed por el camino recorrido.

Sus besos suavemente salvajes encontraron tal preciado líquido. Con su lengua devolvió mi líquido al interior de mi sexo. Allí se juntaron ambos labios como dos desesperados, era un beso de locura, apretándome sin soltarse, introdujo en mi interior aquella lengua para saciarse aún más de mis néctares. Era la locura, una y otra vez sus labios mordisqueaban mis labios, su lengua entraba salvajemente en mi interior, mezclándose ambos líquidos dentro, le llené de los míos, sacié toda su sed de placer en él, una y otra vez sin parar. Cada beso, cada movimiento de su lengua en mi interior, era un sorbo de placer, parecía no saciarse, y yo le daba más y más...

Cerré lo ojos para olvidarme de todo, me giré mil veces sobre la cama, comprimiendo aquellos segundos eternos y gozosos, para dejar paso más tarde al silencio de mis jadeos.

El viento dejó de soplar, la cortina desistió de ser el abanico de mi calor y yo dejé que mi sueño volviera invadir aquel amanecer.

Lord-Frey
feymon@retemail.es

23/9/08

TropicoDeCancer


Esta obra fue publicada por primera vez en 1934 por la editorial Obelisk, en Paris. Su publicación en Estados Unidos en1961, a manos de la editorial Grove, llevó a un extenso juicio por obscenidad que puso a prueba las leyes estadounidenses relativas a la pornografía en la década del ‘60. Mientras es famoso por su franca y frecuentemente gráfica descripción del sexo, el libro también es reconocido como una importante pieza maestra de la literatura del siglo 20.

Trópico de CáncerLa novela transcurre en Francia (principalmente en Paris) durante la década del ‘30. Está escrita en primera persona, como muchas de las novelas de Miller, y frecuentemente fluctúa entre el pasado y el presente. Algunos capítulos siguen una estricta narrativa y se refieren a amigos de Miller, colegas, y lugares de trabajo, otros están escritos a manera de reflexiones de corrientes de conciencia. Hay muchos pasajes describiendo explícitamente los encuentros sexuales del narrador, pero el libro no se centra únicamente en este detalle.

La novela incluye un prefacio acreditado a Anaïs Nin (si bien en realidad se le atribuye al propio Miller).

Henry Valentine Miller, nacido el 26 de diciembre de 1891, fue un escritor y pintor estadounidense. Es conocido por romper con los convencionalismos literarios de su época, y desarrollar una nueva clase de “novela”, que es una mezcla de novela, autobiografía, crítica social, reflexión filosófica, libre asociación surrealista, y misticismo, algo distintivo es la expresión de la vida real de Henry Miller y aún así continúa siendo ficción.

21/9/08

Memorias de una Pulga.


Las Memorias de una pulga es un texto erótico y pornográfico publicado en Gran Bretaña en 1881. Bella, su protagonista, una virtuosa y adorable joven que, luego de su iniciación en las artes amatorias se sumerge en un vida lujuriosa, en la que entran todos los elementos que caracterizan la literatura erótica inglesa de la época, jovencitas virginales, mujeres adúlteras, sacerdotes perversos y performances orgásmicas. En su camino se encuentra con todo aquello que, para la época resultaba perverso y anormal, el vouyerismo y otras que, en la actualidad lo siguen siendo, como el exhibicionismo o el sadismo y el masoquismo.
Las Memorias de una pulga son un relato para mentes adultas, la expresión de una mente humana en busca de renunciar a lo anormal para encaminarse hacia lo normal, y caen dentro de un tipo de literatura que actualmente se reconoce como necesaria para el estudio de la conducta humana. Es cierto que cuando comenzamos a investigar los hechos íntimos y reales de la vida sexual del hombre tropezaremos con tantos modelos como individuos examinamos. Frecuentemente, demasiado frecuentemente, son aquellos que en apariencia parecen reprobar las manifestaciones sexuales quienes poseen una naturaleza más marcadamente erótica. En esta ambivalencia de sentimientos, en el experimentar dos sentimientos contrarios, tales como el amor y el odio, lo correcto y lo erróneo, se encuentran las raíces mismas de la desviación y la variedad sexuales. En último término, diciéndolo con palabras de Freud: ¿quién puede decir, a fin de cuentas, qué es lo normal y qué es lo correcto.., o lo que puede ser anormal o erróneo? ¿Quién puede decirlo?